Ti West habla en The
Sacrament de un caso, como podría haber sido cualquier otro parecido, que acontece en el universo
tenebroso y hermético de las sectas (en esta película cuando se rompe el
hermetismo empiezan los problemas, un hermetismo que teme lo que viene del exterior
y lo mira con recelo).
El inicio es excepcional,
maravilloso. Te metes en la historia de un modo muy fácil, aunque no deje de
haber una incertidumbre no exenta de temores. La historia se cuenta como si de
un documental se tratara en el que se pretende desvelar qué hay detrás del
grupo del que ahora forma parte la hermana de uno de los tres reporteros que se
dirigen, fuera del país (USA), al lugar donde está asentada la secta.
El inicio es lo más brillante por
lo sugerente de la concepción, sin perder esa dosis de temor abrazándonos
continuamente, y el despiste al que somos sometidos se hace natural y
convincente: no creemos estar siendo engañados sino tan sólo en nuestra propia
conciencia por los prejuicios que tenemos al valorar negativamente lo que
significan las sectas en la vida de cualquier persona (víctima) que se sienta
perdida y desprotegida y pida ayuda donde, generalmente, no debería haberla
pedido, o es captada sin apenas poner resistencia.
Se dejan algunos aspectos que no
dejan de confundir, alertándonos (guardias armados formando parte de la
seguridad con una actitud nada amable, una niña que parece pedir ayuda a pesar
de no poder hablar por ser muda…), eso sí, pero sin que podamos desconfiar del
todo por lo que observamos poco después…los miembros de la secta parecen vivir en
una especie de Arcadia. La felicidad que se refleja y lo que comentan los que
habitan allí no hace sospechar con la suficiente firmeza a los nuevos invitados
a pesar de su cautela y de algún que otro hecho puntual un tanto extraño, como
apuntábamos. Toda esta parte del filme, hasta que aparece el líder de la secta,
al que todos llaman Padre, para concederles una entrevista a los reporteros
delante de todos sus seguidores, es sugerente y tiene una buena dosis de
fascinación por su atmósfera, por lo que se respira que aparenta algo que
intuitivamente se sospecha que no puede ser. Esa entrevista en la que se
encuentran los nuevos huéspedes con el líder es un diálogo, o un monólogo más
bien a preguntas de uno de los reporteros-cineastas, de una fuerza inmensa. Aunque
no deja de haber verdades, grandes verdades, mezcladas con valoraciones
subjetivas más que criticables, se llega a una conclusión errónea y
tremendamente maniquea de lo que hay que hacer para salvarse del mundo
exterior, de la maldad que representa la sociedad actual y sus valores, algo
muy parecido a lo escuchábamos en el discurso del pastor Abin Cooper en la película de Kevin
Smith, Red State. El líder
tiene, como era de esperar, una gran capacidad de comunicación y persuade con
suma facilidad. Dice las palabras que todos necesitan escuchar; le da a sus
seguidores lo que necesitan (o hace como si se lo diera, haciéndoselo creer).
Hasta al hombre que le hace las preguntas le surgen las dudas acerca del
discurso del líder y, por un momento, llega a empatizar con él; algo que
interpreta es originado por la gran capacidad de manipular conciencias y hacer
lavados de cerebro que tiene la persona a la que interroga, como si de un
prestidigitador se tratase.
Pero a partir de ahí se precipitan
los acontecimientos y entramos en una película diferente. Lo que era sugerente
y bien descrito, muy bien contado (no es que esto otro esté mal desarrollado,
pero...hay un cambio en el que de lo sugerente, lo insinuante, se pasa a una
“fiesta” del horror) se convierte de repente, y tras el encuentro de reporteros
y líder, en una película explícita de lo que todos tenemos en la cabeza acerca
de lo que son las sectas en el sentido negativo del término: lo que
sospechábamos al principio, aunque no de una manera del todo firme, y termina
confirmándose. Me fastidia lo explícito en lo que se convierte y en que lo
macabro y excesivamente dramático tome casi todo el protagonismo. Podían ser igualmente malignos
los propósitos del líder, pero lo sutil y sugerente del inicio se pierde para
revolucionarnos sin un cambio gradual que tal vez haría ganar enteros al
resultado final, y sin enseñarnos tanto. Aún así la película merece la pena y
tiene grandes momentos, sobre todo en la primera parte (metiéndonos en las ¾
partes de película) en la que encontramos grandes momentos de incertidumbre en
un ambiente de intranquilidad permanente, aunque no sea muy feo lo que se está
viendo sino más bien todo lo contrario…
Mensaje-moraleja: las sectas
parecen muy bonitas y parecen decir grandes verdades, pero en el fondo engañan
y son malas. Son como cantos de sirena que te llevan a la destrucción. Le pongo
un 7 más bien largo, un 7,5.
Perfil
Usuario filmaffinity Replicantenexus Nick Deckard El Replicante