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lunes, 23 de febrero de 2015

The Sacrament/ Ti West/ Estados Unidos 2013



Ti West  habla en The Sacrament de un caso, como podría haber sido cualquier otro  parecido, que acontece en el universo tenebroso y hermético de las sectas (en esta película cuando se rompe el hermetismo empiezan los problemas, un hermetismo que teme lo que viene del exterior y lo mira con recelo).
El inicio es excepcional, maravilloso. Te metes en la historia de un modo muy fácil, aunque no deje de haber una incertidumbre no exenta de temores. La historia se cuenta como si de un documental se tratara en el que se pretende desvelar qué hay detrás del grupo del que ahora forma parte la hermana de uno de los tres reporteros que se dirigen, fuera del país (USA), al lugar donde está asentada la secta.

El inicio es lo más brillante por lo sugerente de la concepción, sin perder esa dosis de temor abrazándonos continuamente, y el despiste al que somos sometidos se hace natural y convincente: no creemos estar siendo engañados sino tan sólo en nuestra propia conciencia por los prejuicios que tenemos al valorar negativamente lo que significan las sectas en la vida de cualquier persona (víctima) que se sienta perdida y desprotegida y pida ayuda donde, generalmente, no debería haberla pedido, o es captada sin apenas poner resistencia.




Se dejan algunos aspectos que no dejan de confundir, alertándonos (guardias armados formando parte de la seguridad con una actitud nada amable, una niña que parece pedir ayuda a pesar de no poder hablar por ser muda…), eso sí, pero sin que podamos desconfiar del todo por lo que observamos poco después…los miembros de la secta parecen vivir en una especie de Arcadia. La felicidad que se refleja y lo que comentan los que habitan allí no hace sospechar con la suficiente firmeza a los nuevos invitados a pesar de su cautela y de algún que otro hecho puntual un tanto extraño, como apuntábamos. Toda esta parte del filme, hasta que aparece el líder de la secta, al que todos llaman Padre, para concederles una entrevista a los reporteros delante de todos sus seguidores, es sugerente y tiene una buena dosis de fascinación por su atmósfera, por lo que se respira que aparenta algo que intuitivamente se sospecha que no puede ser. Esa entrevista en la que se encuentran los nuevos huéspedes con el líder es un diálogo, o un monólogo más bien a preguntas de uno de los reporteros-cineastas, de una fuerza inmensa. Aunque no deja de haber verdades, grandes verdades, mezcladas con valoraciones subjetivas más que criticables, se llega a una conclusión errónea y tremendamente maniquea de lo que hay que hacer para salvarse del mundo exterior, de la maldad que representa la sociedad actual y sus valores, algo muy parecido a lo escuchábamos en el discurso del pastor Abin Cooper en la película de Kevin Smith, Red State. El líder tiene, como era de esperar, una gran capacidad de comunicación y persuade con suma facilidad. Dice las palabras que todos necesitan escuchar; le da a sus seguidores lo que necesitan (o hace como si se lo diera, haciéndoselo creer). Hasta al hombre que le hace las preguntas le surgen las dudas acerca del discurso del líder y, por un momento, llega a empatizar con él; algo que interpreta es originado por la gran capacidad de manipular conciencias y hacer lavados de cerebro que tiene la persona a la que interroga, como si de un prestidigitador se tratase.


Pero a partir de ahí se precipitan los acontecimientos y entramos en una película diferente. Lo que era sugerente y bien descrito, muy bien contado (no es que esto otro esté mal desarrollado, pero...hay un cambio en el que de lo sugerente, lo insinuante, se pasa a una “fiesta” del horror) se convierte de repente, y tras el encuentro de reporteros y líder, en una película explícita de lo que todos tenemos en la cabeza acerca de lo que son las sectas en el sentido negativo del término: lo que sospechábamos al principio, aunque no de una manera del todo firme, y termina confirmándose. Me fastidia lo explícito en lo que se convierte y en que lo macabro y excesivamente dramático tome casi todo el  protagonismo. Podían ser igualmente malignos los propósitos del líder, pero lo sutil y sugerente del inicio se pierde para revolucionarnos sin un cambio gradual que tal vez haría ganar enteros al resultado final, y sin enseñarnos tanto. Aún así la película merece la pena y tiene grandes momentos, sobre todo en la primera parte (metiéndonos en las ¾ partes de película) en la que encontramos grandes momentos de incertidumbre en un ambiente de intranquilidad permanente, aunque no sea muy feo lo que se está viendo sino más bien todo lo contrario…
Mensaje-moraleja: las sectas parecen muy bonitas y parecen decir grandes verdades, pero en el fondo engañan y son malas. Son como cantos de sirena que te llevan a la destrucción. Le pongo un 7 más bien largo, un 7,5.

                                           
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viernes, 13 de febrero de 2015

Nightcrawler/ Dan Gilroy/ Estados Unidos 2014



Poder y una ambición desmedida; una aspiración demasiado peligrosa si es a costa de cualquier precio. El protagonista de esta historia alucinante  provoca temor por su personalidad; un tipo raro frío y cerebral. Su inteligencia va unida a una temeridad que lo conduce a atreverse con lo que sea. La apuesta la asume sin complejos y hasta parece excitarle. Todo por tener el control y hacer de su gran y arriesgada apuesta un triunfo. Para  tal fin llevará su estrategia concienzudamente hasta sus últimas consecuencias, aunque éstas no sean precisamente honestas y produzcan dolor, y muerte.


El mundo del periodismo se retrata en Nightcrawler desde una perspectiva sensacionalista y alucinada. Lo perverso en la moralidad hará del personaje principal, Louise Bloom (Jake Gyllenhaal), ayudado, o animado, por su jefa, Nina (Rene Ruso), un cazador de imágenes sensacionalistas y violentas que tendrán que ver con sucesos de gran tirón entre los espectadores de los noticiarios de televisión que compiten por ganar los shares. La audiencia lo es todo y por ella se actuará sin ninguna responsabilidad y con la mayor de las permisividades. Louise es un carroñero que explota los sucesos violentos que recoge su cámara para seguir progresando y alimentar las audiencias dándole a la gente lo que demanda: carnaza, aunque para ello tenga que manipular escenarios y actuar de espaldas a la ley.

Me parece tremenda la relación de Louise con su jefa, Nina. Los dos buscan lo mismo, el éxito, y en ese camino se encontrarán y parecerán estar de acuerdo, aunque a ella un personaje como Louise le produzca escalofríos. Pero podrá más lo que le proporciona Louise, éxito, que lo que intuye de él, algo oscuro y no del todo fiable en cuanto a moralidad.






Hay en la película de Dan Gilroy (gran dirección la suya en su ópera prima tras las cámaras. Gilroy es un reconocido guionista entre cuyos trabajos se encuentran The Fall. El sueño de Alexandria o El legado de Bourne) cine negro y suspense. Se puede catalogar como un thriller de alto voltaje con la presencia de un personaje, el principal, maquiavélico y de una perfidia que desquicia. La oscuridad que ofrece es apabullante y su voluntad tenaz.




En los motivos y modos de actuar en el mundo de la información y el periodismo hay semejanzas con películas tan emblemáticas como El gran carnaval, de Billy Wilder, en donde el éxito lo es todo a pesar de que para llegar a él se tengan que incumplir ciertas normas éticas que se dan por supuestas en ese mundo competitivo y rápido que envuelve el periodismo.



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domingo, 14 de diciembre de 2014

Miniencuesta 2x1# Cine Independiente y de Autor Vs. Grandes Producciones y Comercial# Vértigo, La Ventana Indiscreta o Psicosis







El detective Ferguson en peligro

Como si de un juego para niños se tratara, tremendamente sencillo y con su punto de ingenuidad, os traigo una sección en la que podréis elegir una de entre las dos o tres opciones que se ofrecerán en la encuesta propuesta.
En los comentarios sería de agradecer que pusieseis lo que habéis votado, existiendo la posibilidad de matizar vuestra elección con la explicación que consideréis oportuna. Procuraré que la pregunta elegida, unida a las opciones dadas, tenga un sentido claro con el fin de que nadie tenga problema alguno a la hora de decidir.

Típica superproducción: Troya, protagonizada por Brad Pitt
  
Habrá casos en los que se tendrá que pensar la contestación un poco más de lo habitual y hacer un pequeño ejercicio reflexivo o de memoria para elegir; en cualquier caso habrá que decantarse por una de las opciones a pesar de que la diferencia que haya entre una u otra (u otras) sea pequeña.


Ejemplo de cine Independiente: Hairspray, de John Waters
 
Por otro lado habrá alguna pregunta cuyo resultado esté claro por anticipado por ser clara favorita una de las opciones. En ese caso lo interesante será conocer el porcentaje por el que ganaría la opción favorita sobre la otra (u otras).


L. B Jefferies acompañado de su novia Lisa Carol


Otro ejemplo de cine Independiente: Dead Man (Jim Jarmusch)


Cine Comercial de superhéroes: Ironman



Marion Crane (Janet Leight) en el filme Psicosis


Cuando termine el plazo para contestar no cabrá la posibilidad de seguir votando y pondré en esta misma entrada los resultados obtenidos en la encuesta además de una valoración o análisis de lo acontecido.

Para votar tendréis que desplazaros a la parte superior del blog, justo encima de esta entrada


John Ferguson, “Scottie” con Madeleine Elster en el filme Vértigo

  

Jefferies observando a sus vecinos en La ventana Indiscreta

 

Marion conversa con Norman Bates


En la miniencuesta de hoy se preguntará lo que sigue a continuación:

1. ¿Qué cine eliges, o prefieres: el cine independiente y de autor o el cine de las grandes productoras y más comercial (generalmente de estudios de Hollywood, aunque aquí podrían entrar superproducciones europeas, asiáticas, etc)?


2. De las tres películas de Alfred Hitchcock: Vértigo, La ventana indiscreta y Psicosis, ¿Cuál es tu favorita?




Scottie con, ahora, Judy Barton


Lars Thorwald (interpretado por Rymond Burr)
 vigilado por Jeff desde el edificio de enfrente


Marion Crane en la famosísima escena de la ducha en el Motel



domingo, 16 de noviembre de 2014

La Pianista/ Michael Haneke/ Francia 2001





Impactante drama de Michael Haneke protagonizado por una impresionante Isabelle Huppert en un papel nada fácil por la oscura y perturbada personalidad que interpreta en su vida menos social, que convivirá con otra existencia más convencional cuando se refleja la exigencia profesional y meticulosidad de una celebridad en el mundo de la música clásica.
Es en ocasiones muy incómoda de ver, incluso desagradable, pero su grandeza es evidente y complicado que alguien pueda sentirse indiferente. Hay obras de arte que no por oscuras, difíciles o desagradables dejan de ser obras de arte; que hay si no de Las Pinturas Negras, de Goya, El Grito, de Munch, El Jardín de las Delicias, de El Bosco, o mismo algunos de los autoretratos de Van Gogh.


Hanecke se maneja magistralmente en un precipicio profundo y escarpado que provoca temor y mucho vértigo. La profesora elitista de piano quiere llevar hasta sus últimas consecuencias el control cuando hace de su sexualidad algo así como un juego muy estudiado, igual que en su vida profesional en lo referente a lo cerebral; por momentos podemos llegar a creer (por el añadido de su lado más maléfico…escena de los cristales rotos) que estamos ante una psicópata. Pero no es el caso, o al menos eso creo, y más que ante una psicópata (aunque vuelvo a repetir: a veces lo parece… ella misma dice que no siente nada, y que si sintiera algo lo reprimiría sin dudarlo; su comportamiento se muestra demasiado frío) estamos ante una mujer que manifiesta su sexualidad de un modo extravagante a pesar de ese control citado (para mí sería una especie de control descontrolado, un control dentro de una sexualidad perversa, insana, que ya no conduce como se debería porque concierne a alguien más que no es ella misma y provoca dolor).




En su sexualidad hay comportamientos de dominación, de riesgo exhibicionista en los que podría sentir gran excitación – relaciones en los servicios públicos ante el peligro de que alguien pudiera entrar y ver todo el espectáculo, en el autocine – sadomasoquistas, perversos. Se quiere tener el control sobre la sexualidad y la parte emocional que encierra, como en su vida social-laboral; eso hará de su sexualidad un fracaso por la racionalidad absoluta que se quiere introducir en algo donde el sentir lo es prácticamente todo, pero la represión produce inestabilidad, saliendo lo emocional a flote de un modo perverso y mórbido. En resumidas cuentas: la represión hará de su vida sexual algo insano y muy cerebral, con conductas que podrían resultar compulsivas, pero el control que se quiere establecer se desmorona al resultar antinatural. La sexualidad se hará destructiva ya que se hiere, aunque seguramente en el fondo no se pretenda; tal comportamiento ocasionará mucho sufrimiento no sólo a ella misma sino a quien la podría llegar a querer.
El desequilibrio podría estar originado por una madre castradora insoportable, absolutamente odiosa. La profesora tiene una relación con ella conflictiva, eso salta a la vista, y el amor-odio que siente la confundirá (interpreto), terminando por socavar su psiquismo. La vertiente sexual hará que el dominio que ejerce la madre hacia la protagonista se vuelva, o se convierta, en un comportamiento antinatural, perverso (impresionante la escena en la cama con su madre que deja acojonado al más pintado).
En esta experiencia vital y familiar hay semejanzas con la relación que mantienen madre e hija en la película de Darren Aronofsky Cisne Negro. En ambos casos hay excesiva exigencia para hacer del hijo alguien perfecto en su vida profesional y poder triunfar. La presión puede que haga reventar el equilibrio psíquico; pero tampoco es cuestión de profundizar mucho más en el tema, de hacer un diagnóstico psicológico, incluso psiquiátrico, acerca del comportamiento y actitudes de la profesora de piano porque creo que las precisiones serían complicadas y tampoco soy un psiquiatra para hacerlo con garantías; sólo he apuntado lo que interpreto de su personalidad y manera de actuar, aunque seguramente se me escapen cosas relevantes y en todo lo explicado haya dudas, o discrepancias.




Estamos ante una película difícil por su aspecto gris oscuro, a veces prácticamente negro, por su impenetrabilidad  y hermetismo – el que demuestra la protagonista en lo emocional –, una película que sorprende por su atrevimiento, provocativa al parecer querer irritar al espectador con su terrible propuesta, sin complejos a la hora de tratarla, cuando cuenta lo que pretende sin disfraces políticamente correctos, dulcificaciones o giros esperanzadores, seria e inteligente (por su profundidad y coherencia) y de una perfección en el estilo, en el modo de ser contada, que fascinan y conmueven al mismo tiempo; un filme bello a pesar de tanta oscuridad, que refleja una intensidad dramática similar a la que nos suele tener acostumbrados Lars Von Trier (aunque en Haneke los excesos sean más cerebrales y pasen en ocasiones por el filtro de la intelectualidad, además de tener cierta contención: excesos elegantes, o con su elegancia, valga la ¿contradicción?): un dramatismo sordo, asfixiante, que ahoga por lo angustioso, molesto, inquietante, una película durísima y triste, pero en la que cabrán incluso momentos simpáticos, graciosos, introducidos con la enorme clase del que sabe estar en cualquier circunstancia por muy complicada que sea, como cuando la pareja protagonista da por acabada su primera relación escabrosa y sorprendente (en la parte que toca al muchacho que ahora será no sólo alumno de la mujer sino su especial y desconcertado amante) en un servicio, y el chico le sugiere, cuando se está despidiendo, que se relaje y disfrute más después de “soportar” la actitud dominante de la profesora… curioso cuando tiempo después le dice a su amante que le puede pegar de un modo determinado (la mujer a veces parece ser dominante y a veces prefiere desarrollar el papel contrario)




Bueno, nada más, he visto una enorme y especialísima película. Es cierto que puede herir sensibilidades, por lo que habría que tener cuidado, pero también es cierto que es sincera y que lo que cuenta lo hace con honestidad, además de gran fuerza. Hace reflexionar a la vez que engancha por su historia turbia y complicada. Lo aparente juega un papel importante; no es real todo lo que parece y en las intimidades de la gente siempre podría haber desequilibrios que podrían hacer saltar todo por lo aires.

             
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domingo, 9 de noviembre de 2014

Interstellar/ Christopher Nolan/ Estados Unidos 2014




Futurista (de un futuro no muy lejano), ciencia ficción que parte de un mensaje ecologista donde el pesimismo se instala en las vidas de los hombres y mujeres que habitan la tierra. La esperanza, de todos modos, sigue viva y la salvación, no sólo de la especie humana sino también de la familia y los que se quedan en un planeta a punto de morir, todavía es posible.


Hay sentimentalismo, mucho amor y mucho dolor por las consecuencias de un proyecto en el que el tiempo es un enemigo cruel, pero con el que se tiene que contar si se quiere tener éxito en una aventura espacial llena de espectáculo y de unas dimensiones que escapan a los límites de todo conocimiento.

Permite reflexiones de todo tipo, como ocurría en 2001, una odisea del espacio. Las especulaciones que plantea tienen que ver con la ciencia, lo moral e incluso lo religioso. El aspecto místico está ahí (“ellos  lo pusieron ahí...”), una perspectiva religiosa que se contrapone al lado más materialista – y en este caso no lo digo en sentido negativo – del planteamiento, el que hará el protagonista, Cooper (Matthew McConaughey), un piloto de la NASA (ahora ex piloto metido a granjero, el oficio más requerido ahora mismo en la tierra) cuando la agencia no operaba a escondidas (“ellos no hicieron todo esto, lo hemos hecho nosotros mismos cuando hemos aprendido, en el futuro... “, más o menos nos vendrá a decir Cooper en un momento clave del filme).


 



La película de Christopher Nolan se ve con agrado, a pesar de esa grandilocuencia y cierta dosis de pretenciosidad con la que construye sus proyectos últimamente. Todo lo teórico de esta ciencia ficción ayuda. Nolan hace una gran pompa de jabón con un frasco que emana aromas gratos y colores maravillosos; sorprendentemente nunca explotará, manteniéndose en el aire majestuosamente, aunque con algún que otro desplazamiento violento cargado de adrenalina que nunca, o muy pocas veces, le hará perder la sofisticación de la casa. Esa dosis de pedantería es la que menos me gusta del último Nolan; lo veo en ocasiones poco humilde en sus planteamientos, quizás más en su fondo que en su forma, auque ésta también pueda ayudar lo suyo en ocasiones. Y es que lo sencillo poco va con él. De todos modos lo conseguido es aplaudidle porque no deja de ser espectacular y efectivo, mágico en cierto modo. El director británico te sumerge en un tobogán espacio-temporal que permite salir por cualquier lado – y nunca mejor dicho al meterse dentro de un agujero de gusano y de un agujero negro –. La ciencia no puede explicar todo porque aún no ha podido llegar tan lejos, tanto como, ahora, ha llegado la expedición comandada por Cooper gracias a una ayuda muy bienvenida que no se sabe con certeza (¿Dios?) de dónde ha salido.





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miércoles, 29 de octubre de 2014

Bloody Sunday (Domingo Sangriento)/ Paul Greengrass/ Gran Bretaña 2002



El popular grupo irlandés U2, cuya valoración musical voy a permitirme no exponer ahora mismo, hizo una canción, “Sunday Bloody Sunday, allá por el año 1983 recordando el trágico suceso ocurrido en Derry (Bogside), Irlanda del norte, el 30 de enero de 1972
Los unionistas protestantes están en guerra, poco menos, con la población católica que ve pisoteados sus derechos y consideran al inglés un invasor de su tierra, Irlanda. El IRA es el grupo armado que apoya a los católicos y pretende unir la isla de Irlanda. El conflicto entre católicos  y unionistas es continuo y se alarga en el tiempo.


La película lleva la lucha desigual a una tensión que estalla en un acontecimiento tristemente recordado por los católicos irlandeses cuando, en una manifestación pro derechos civiles, se asesina impunemente a catorce de los participantes que se querían dejar oír y hacer de sus reivindicaciones su gran causa.
El escenario y la situación son perfectos para la represión de la población católica, un ideal caldo de cultivo para el escarmiento. El odio entre ambas poblaciones hará prender la chispa. Las provocaciones de los unionistas no harán otra cosa que promover una reacción natural en forma de estallido violento entre los católicos por la imposición que sienten, por las intimidaciones. Los paracaidistas británicos que participan en la represión de la manifestación, y que tienen la orden clara de detener a discreción a todos los manifestantes de la marcha que puedan, haciendo del objetivo militar (y político) un asunto de deplorable guerra sucia, se aprovecharán y darán rienda suelta a su odio, al que sienten hacia los católicos y, sobre todo, hacia su mayor enemigo que les viene causando demasiados problemas: el IRA.



Si bien es cierto que los británicos aprovechan el caldo de cultivo que se da para cumplir sus objetivos y desahogarse con deshonra, no es menos cierto que Paul Greengrass hace de la trama, de lo trágico de un momento histórico complicado, otro perfecto contexto para desarrollar su estilo ágil y contundente, cámara nerviosa que lo está por lo que ve (y siente): una fuerza excesiva e injustificable por parte de los británicos. El director maneja con pericia y excelente ritmo el gran número de personajes que salen en el filme y tienen alguna relevancia (además de todos los extras que se mueven con la misma credibilidad – realismo – que lo haría la gente de cualquier documental que retratase sociedades urbanas, aquí con el añadido de la acción en, prácticamente, un estado de guerra).
En resumen: gran película de Greengrass, ganadora en el año 2002 del Oso de Oro en el festival de cine de Berlín (Berlinale), ex aequo con El viaje de Chihiro, contada de maravilla y que conmueve por la injusticia que enseña, sin excesos ni efectismos a la que podría prestarse en muchos de esos momentos que presenciamos llenos de rabia.

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