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viernes, 22 de octubre de 2010

El frasco/ Alberto Lecchi/ Argentina 2008



Un conductor de autobús que comienza a hacer su ruta, una maestra de escuela que enseña a unos niños en un pueblo alejado de cualquier parte. Sabemos que se encontrarán, y ocurre pronto.

De una pasado difícil que lleva a la amargura y a la culpa se pasa a una pasión camuflada a punto de estallar en puro romanticismo, algo que llegará sin desgarros y con ilusión para dar un nuevo impulso a la vida de la pareja. Amor romántico, pasión interiorizada, pasado difícil, culpa, amargura: aquí se vislumbra un proceso que contiene todos esos elementos.

Pérez es tímido y de pocas palabras. Parece esconder dentro una gran personalidad y un secreto que no desvelará fácilmente. Hay quien le llama mudo sin inmutarse. Los sueños lo agitan y creemos que puede tener que ver con  ese pasado.



Un frasco con orina para realizar unos análisis sirve de pretexto para contar una historia que, aunque pudiera parecer tener cierta complicación al inicio por su hermetismo, pero  de una forma fluida y anécdotas simpáticas, lo hace, y lo consigue, lo más sencilla y honestamente posible. La pareja protagonista no sólo se necesita, sino que se quiere. En El frasco se cuentan dos historias: la principal entre Juan y la maestra, su relación, y la de ésta con su hermano, con nueva novia, y a la que parece querer; esta segunda historia sirve algo así como de fuga de escape, aunque tenga alguna conexión con la historia principal, no interfiriendo significativamente. Las dos historias se unen a las propias y personales de cada uno de los dos protagonistas de la cinta.

La historia de amor es original, muy hermosa, entrañable; de un gran lirismo, y el sentido del humor es especial, pero genuino y de un enorme encanto; suele estar presente casi siempre a pesar de haber un trasfondo dramático que también está ahí y se percibe sin dificultad. La intimidad entre la pareja protagonizada por Leticia Brédice y por Darío Grandinetti se irá consolidando según avanza el viaje que los lleva a visitar al médico, y, aunque Juan demuestra gran timidez y se reserva, se irá soltando cada vez más con ella.

Hacer mención también a una música que, en ocasiones, curiosamente, nos recuerda a la de los spaghetti western. Tal vez al desarrollarse en lugares alejados de cualquier centro de civilización pueda tener algo que ver, por lo que le va bien y le da un componente misterioso y de impenetrabilidad similar al que demuestran los protagonistas, sobre todo Pérez, que no es tal sino Juan López, protagonizado por Darío Grandinetti con maestría y enorme fuerza, grande sin duda alguna. No es de extrañar que Pedro Almodóvar se fijara en él para trabajar en Hable con ella.

Finalmente comentar algo que va en contra de esta gran película, pero que apenas tiene importancia a la hora de valorarla en su justa medida, y sería la afectación que demuestran en ocasiones los protagonistas en algunas escenas donde interactúan. Hay quien podría ver en esto falta de naturalidad, o incluso de credibilidad, pero también es cierto que hay gente, en la vida real, que actúa así, por lo que no sería criticable y sí perfectamente entendible ese comportamiento; además: el tono permitiría esa licencia, aunque a mí, personalmente (y esto creo que va más en función del gusto y no de que esté bien hecho o no), hubiera preferido más comedimiento, o contención: no tanta expresividad ni tan subida (la expresividad está bien, pero con cierto control) para que todo hubiera resultado más redondo, casi de sobresaliente. De todas formas, y repitiéndome, eso no altera en nada el enorme nivel cinematográfico de El frasco.

3 Ya han hecho su aportación. Sigue comentando si quieres:

ATTICUS dijo...

Por fiiin! no me dejaba hacerme seguidor tuyo,tonterias del ordenata,¡Digo,yo!
Bueno desde luego te doy las gracias por seguirme en los mios Javi,es algo que me encanta,
que haya gente con la que se pueda hablar de nuestra gran pasion.
Gracias

Raúl Calvo dijo...

creo que la crisis energética de los setenta y el giro a la derecha del gobierno de los Estados Unidos son los principales responsables del cine apocalíptico de entonces. luego hay que sumar los que se apuntaron al carro cuando tuvieron éxito como las italianas the bronx warriors y su continuación. y se comenta que otra curiosidad de walter hill, calles de fuego, se supone que transcurre en el mismo universo que the warriors.

a mi también hay cosas de los ochenta que me gustan, como esa horterada que es el ansía con la susan sarandon y la catherine deneuve retozando echas unas vampiresas.

Javier Simpson dijo...

Atticus, gracias. tu blog de los 80 es muy fresco y me trae recuerdos muy ways, pero el otro que tienes de cine tiene tan o mejor pinta. No te preocupes que andaré por allí para comentar cosas. Hasta muy pronto.

Raül, gracias por comentar eso aquí. no hacía falta, pudiste hacerlo en tu blog que ya estoy pendiente. ciao y gracias.