Épica en todas las direcciones y usando todas las “armas” que el género pone a disposición de los creadores de esta película diferente y moderna: un cuento, no de hadas, sino de guerreros que luchan con orgullo y valentía por lo que creen y lo que quieren: por su libertad. La guerra seguramente no era así de exagerada, aunque es muy posible que los espartanos fueran los guerreros más valientes y mejor preparados para las batallas de aquella época en la que el imperio persa quería apoderarse de Europa (como siglos más tarde lo intentó el imperio turco), y a continuación del mundo. Emocionante; las batallas, de una estética oscura muy cuidada y muy bien pensada, donde la textura hace que lo digital (pensemos en el lobo y el niño del principio) se integre muy bien en lo que se ve, donde hay planos que parecen lienzos hechos por un pintor tenebrista, son carnicerías crueles, pero hechas con un lirismo que realzan todavía más la heroicidad; en el intervalo entre batalla y batalla se subrayan muchos de los aspectos nobles y humanos de los hombres que formaban aquel grupo de 300 hombres que lucharon por la libertad (supongo que ya sabrán casi todos los que leen esto que esto es historia).
De este tipo de películas me quedo con Gladiator, Excalibur (de John Boorman, aunque hace tiempo que la vi y tal vez ahora me convenza menos), Espartaco, El halcón y la flecha, cuya frescura sigue siendo admirable, y, por supuesto, esta 300 que para mí es una especie de paradigma de modernidad, auque tenga serias dudas, y las mantendré seguramente durante años, de que pase bien el paso del tiempo: eso se sabrá con el tiempo, valga la redundancia.
Habla ahora o calla para siempre
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