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domingo, 11 de diciembre de 2011

El desprecio/ Jean- Luc Godard/ Francia 1963


Se está haciendo una película sobre La Odisea y el productor Jeremy Prokosh quiere cambiar la visión que se da de ella al creer no encajar en el mundo de hoy, queriendo hacer de Ulises un personaje diferente a como lo concibió Homero. Se trataría de una versión caprichosa en la que Prokosh, papel que interpreta el agresivo (aquí también, como no) Jack Palance, le propone al escritor Paul Javal que la adapte a lo que él quiere. Esto choca con la idea que el director de la película, y que ya ha rodado parte de ella, quiere darle al proyecto. El director, ¡¡sorpresa!! , es el mismísimo Fritz Lang. Nada de un actor interpretándolo, no, es el famoso director alemán interpretándose a sí mismo, ya mayor y que se nos presenta con una cabeza muy lúcida.


 

Todo esto es el contexto en el que está circunscrita esta gran película de Jean- Luc Goddard. La historia se centra esencialmente en la relación de Paul Javal, escritor de obras de teatro y encargado de hacer un guión adaptado al gusto del productor, con su mujer Camille, interpretada por la bellísima y muy sensual Brigitte Bardot. Es una historia especial, tremendamente lírica, romántica, pasional, que produce una gran tristeza por el cambio que se produce en Camille. La mujer pasará de amar a Paul  incondicionalmente a un sentimiento de desprecio hacia él de un día para otro, o mejor dicho: en un momento que es como un castigo caído del cielo por esos mismos dioses que aparecen en La Odisea y que castigan cuando desean a los que viven bajo su amenaza, dioses que ejercen su justicia divina con crueldad.


En la relación de Paul Javal con Camille hay ternura, complicidad, inseguridad, yo percibo ciertos celos, más por parte de la mujer que del escritor, crueldad, tanto de una parte y ejercida con violencia por el escritor en un momento determinado, como por parte de la chica con su frialdad e hipocresía, sobre todo cuando ella ya siente ese desprecio hacia él y aún no se lo ha confesado.

Al ver como se suceden los acontecimientos, descritos con una sencillez y poesía maravillosas, nos preguntamos lo que tanto enfurece y desorienta al protagonista: ¿por qué ha dejado de quererlo su mujer? ¿Por qué su sentimiento ha cambiado tan radicalmente pasando del amor a ese rechazo molesto en forma de desprecio? ¿Es una versión a la europea intelectualizada de La guerra de los Rose en la que se aprecia algo parecido de Bárbara en Camille?


Ella sólo le dice a Paul lo que sus actos expresan claramente, que ya no lo ama, pero no le explica por qué  ha comenzado a despreciarlo; su crueldad es manifiesta cuando le contesta, ante la insistencia de Paul para que le explique qué ha motivado el cambio, que nunca le dirá por qué ha pasado, que moriría con el secreto. ¿No es eso un castigo? Sí, lo es. En la película yo veo comportamientos de Paul que son muy criticables, como que le de una bofetada a la chica cuando se comporta tan fríamente con él, algo que por lo que dice ella no es la primera vez que ocurre. Ese hecho sería motivo para separase de él sin discusión, pero no sólo y, creo, principalmente es eso, hay más. La mujer se ha dado cuenta de que la idea que tenía de su esposo ha cambiado, ya no lo ve igual sino como a alguien extraño y ajeno a ella, aunque lo reconozca en muchas otras cosas que no tienen tanta importancia, es algo que la ha cogido de imprevisto, seguramente. Ese hecho ha provocado su cambio, pero no se conoce el motivo y eso no sólo provocará amargura y angustia en el escritor sino asombro y cierta crispación en los espectadores.


 

No creo que el motivo de su desprecio sea porque ella se haya enamorado de otro con el que flirtea en un momento dado. Eso podría ser un enamoramiento, una especie de flechazo, no se puede saber, sólo interpretar. Si fuera así, si Camille se hubiera enamorado de otro hombre, el hecho podría explicar que dejara de querer a Paul, no que comenzara a despreciarlo. Ese desconocimiento hace de la atmósfera de la película uno de sus mayores atractivos al pasarse de la ambigüedad a un conocimiento que constata una obviedad confesada por la mujer, pero que deja la otra duda, la importante, ahí dentro como un rescoldo lleno de dudas y culpabilidad.