Cine negro y un Humphrey Bogart tan duro como siempre. Gloria Grahame lo acompaña en la intimidad de un amor tormentoso y con demasiadas sospechas. La actriz está muy bella y tiene momentos muy tiernos en esta noir dramática de elevado suspense en la que el clímax nos mantiene expectantes y entretenidos hasta su gran final. Gloria Grahame hace de una “femme fatal” que no lo es del todo, o simplemente no lo es ya que ni es mala, más bien todo lo contrario, ni usa su sexualidad para atraer al héroe (en el presente caso más bien antihéroe): es sensual, pero no explota su dote actuando sin reparos para su provecho, la sensualidad está ahí porque ella es como es y al hombre le atrae hasta un grado en el que no puede controlar su deseo; tal vez ahí guarde similitudes con la mujer fatal clásica de siempre; si tiene un barniz de mujer fatal lo es de puertas afuera, en apariencia, al poder creer alguien que arrastraría a Bogart hasta su destrucción si fuera preciso: después de todo él es alguien importante, reconocido y con una buena posición social…la mujer no. Mucha gente la podría tomar por una aprovechada. Pero la culpa del drama no es de ella sino de un personaje, el del escritor, que mantiene con la chica una relación demasiado posesiva, reaccionando mal cuando sabe que ella no confía lo suficientemente en él y decide terminar la relación disimuladamente. Para Bogart es una traición, un engaño demasiado grave como para perdonar.
Esa violencia que parece innata en el escritor que interpreta Humphrey Bogart es un problema cuando se
desata en toda su dimensión. Eso, lamentablemente para él, no lo convierte en
un hombre cruel (y digo lamentablemente porque, después de todo, él no merece
acabar como acaba). Su parte más oscura es más apariencia, por esa violencia
que aparece a veces, que otra cosa. Se ve que es alguien noble que no controla
lo suficiente sus impulsos violentos cuando son motivados por injusticias o
mismo por alguien que se pone chulo y le busca las cosquillas. Eso tampoco
quita que a veces cometa errores como los pudiera cometer cualquier otra
persona “más normal” (el término normal aparecerá en el film dándole un
significado que explica todo esto).
La relación entre Bogart y Gloria Grahame se irá deteriorando aún a
pesar del amor que se profesan. En Sospecha, de Alfred Hitchcock, ocurrirá algo similar
con la pareja protagonizada por Joan
Fontaine y su partenaire Cary Grant.
Él, sin embargo, no sería culpable de nada y las sospechas se desvanecerían de
un modo antinatural; su esposa en realidad sí le debía tener el miedo que
mantiene durante una parte del film, pero hasta sus últimas consecuencias,
hasta el final. En la película del gran Nicholas Ray
también hay sospechas motivadas por la violencia del escritor y el
inconveniente de un asesinato que incrementará las dudas de una mujer tan
enamorada de su compañero como Joan
Fontaine de su marido Cary Grant.
Sólo que en el film En un lugar
solitario el final es consecuente con un clímax maravilloso que conduce a
un amargo final.