La ganadora del festival de cine fantástico y de terror de Sitges en el año 2005 presenta una propuesta bestial, de una radicalidad que crispa los nervios de cualquier espectador por mucho que le guste y esté acostumbrado al género que promueve este gran festival internacional de cine hecho en Cataluña.
La película de David Slade es muy original en el modo de ser
concebida. Nunca cae en estancamientos o aparatosidades (aunque su propuesta
exagerada pueda hacer creer lo contrario) que podrían salir a relucir con
facilidad si el pulso no fuese lo suficientemente firme y la trama no evolucionara
con una soltura muy necesaria en casos similares, y (o mejor debería haber
puesto pero) sin perder ni una pizca de radicalidad.
La dulce y adolescente protagonista no es lo que aparenta.
Cuando contacta por Internet con un hombre sabe perfectamente con quien está
tratando. SPOILER (No leer el spoiler en color azul
para no descubrir partes de la película) Ella
podría ser otra víctima del pedófilo, alguien que también está detrás del
asesinato de otra mujer tiempo atrás. FIN
SPOILER (Ya se puede seguir leyendo sin problema).
La confusión se apoderará en un
determinado momento de nosotros y llegaremos a creer que el hombre, sometido a
lo que parece un juicio sumarísimo atroz en el que deberá pagar por su gran
pecado, es inocente y no hizo nada de lo que es acusado por la chica, alguien
que aparenta un desequilibrio por el que se quiere vengar de un modo
alucinante. Pero lo que nos puede pasar por la cabeza, por la situación creada,
irá cambiando y se irá aclarando poco a poco terminando siendo desechado cuando
descubrimos quién es él realmente y qué es lo que está llevando a cabo la
adolescente: hacer justicia (bajo su punto de vista, aunque que lo tenga tan
claro y aporte tantos argumentos siempre ayuda a estar con ella de algún modo),
eso sí: de una manera cuanto menos peculiar y que nos deja helada la sangre.
Las primeras tre cuartas partes del film son
extraordinarias, excesivas, pero coherentes, de una enorme ambigüedad morbosa
(sobre todo al inicio), con un suspense que atenaza completamente y para
estómagos y sensibilidades de acero, sin que se vea nada desagradable
explícitamente en ningún momento, sólo sugiriéndolo. El último tramo se hará
más convencional y trillado, sin que pierda exageradamente, pero bajando un
tanto el clímax y nivel de angustia que habíamos sentido en esa primera parte
comentada, la más extensa y por la que más se valora la película.El no tener un gran remate (tiene un buen remate, no excelente)hará que pierda algunos puntos de cualquier modo, pero sin dejar de parecerme una notabilísima película.
La pareja protagonista está muy bien, metida todo el tiempo en situación y muy creíbles; su esfuerzo interpretativo merece un gran elogio. La adolescente realiza una venganza por todas y cada una de las víctimas del hombre al que ahora tiene echado el lazo (y nunca mejor dicho, modestia aparte), al que humillará y se lo hará pasar tan mal como a las desdichadas forzadas por él mismo.
Me gusta el misterio que ofrece el
personaje femenino al no saber de dónde sale, quién es y por qué hace aquello.
Esa incertidumbre y su fuerte y sarcástica
personalidad rebosante de determinación juegan muy a su favor y le
confieren a la mujercita un perfil de lo más sugerente, alguien que podría
haber salido de un cuento para adultos de terror de lo más oscuro, una nueva
Caperucita Roja invertida, como lo era la Reese Whiterspoon
de Freeway, que transgrede sin preocupaciones, con un desparpajo
digno del más sobrado de los sobrados, y que seguirá con lo suyo hasta sus últimas
consecuencias.