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jueves, 26 de enero de 2012

ET, el extraterrestre/ Steven Spielberg/ Estados Unidos 1982




             Es una película hecha con el corazón de un niño. Steven Spielberg afirma que el tema principal de su película no es la relación entre dos seres sino la situación emocional de los niños cuando sus padres deciden divorciarse. En la película no se enfoca a ningún adulto hasta que hace acto de aparición el padre de Elliot, Peter Coyote. A partir de ahí empiezan a aparecer adultos en pantalla; sólo una excepción: la madre del niño sale prácticamente desde el inicio.

           Spielberg consigue un producto fílmico bello, de una estética muy cuidada, cómodo de ver y muy bien facturado. En la búsqueda de más dinero para su película tuvo una entrevista con directivos de la empresa de caramelos M&M. Una vez finalizada la reunión, la gente de M&M decidió que no era una buena idea que un extraterrestre comiera caramelos de la casa. Fue entonces cuando el director formalizó un contrato con la compañía de caramelos Hershey´s, rival de M&M. Los Reece´s Pieces que come E.T en la película incrementaron sus ventas en un 65% después del estreno del film. A saber lo que sentirían los de M&M cuando conocieron los resultados.


 

          
        El rodaje de las escenas filmadas se realizó en el mismo orden que aparece en pantalla. Las primeras imágenes grabadas fueron las del aterrizaje de la nave en el bosque. El espectáculo de luces, colores y formas que aparecen en las primeras tomas fue el banco de pruebas para el resto de la producción. La filmación fue mucho más laboriosa de lo que el director había imaginado. Se inició en Septiembre de 1981, finalizando casi seis meses más tarde, en Febrero del año 1982. El proceso técnico que tuvo que ver con los efectos especiales fue desesperadamente lento, según palabras del mismo Spielberg.
        Se gastaron casi 4 millones de dólares, más de la mitad del presupuesto inicial, en la creación de varios ET´s mecánicos y electrónicos para que fueran convincentes a la hora de mostrar sus emociones. Aún así Steven, pese a sus reticencias iniciales, tuvo que recurrir a un enano enfundado en un traje de goma cuando ET andaba. Si hubiese escogido la otra opción se hubieran gastado más de 2 millones de dólares extra para hacer que ET caminase sobre sus propias piernas. El actor encargado de hacer andar a ET en la secuencia en la que Elliot y su hermana Gertie lo sacan a dar un paseo cubierto con una sábana es Pat Billon. Desafortunadamente este actor morirá a las pocas semanas de acabar el rodaje.

       Para la voz de ET, y tras múltiples pruebas con actrices diversas, entre las que se encontraba la popular Debra Winger, se decidió contratar a la profesora de locución Pat Welsh, una viejecita con dificultades respiratorias producidas por su gran afición al tabaco. La mujer dobló a ET en multitud de lenguas.

        El diseño de ET lo llevó a cabo Carlo Rambaldi componiendo su rostro con una mezcla de los rasgos de Einstein, un gato y un bebé.
     
        Fue la primera película de la compañía de Spielberg Amblin Entertainment, es por eso que el logo es un niño montado en una BMX. Debido al éxito descomunal en los cines, el film del niño y su amigo extraterrestre estuvo en pantalla en algunos lugares durante un año entero.
         
        La banda sonora de John Williams entusiasmó tanto a Steven que éste decidió montar unas cuantas escenas más para que encajasen con los acordes de la música y no al revés, como es lo habitual. 


      La fotografía, como en todas sus películas, es perfecta y  la que mejor podría encajar en un tipo de película como esta donde todo es diáfano y sin ninguna ambigüedad en un mensaje lleno de compromiso, amistad, solidaridad con lo diferente y que corre el riesgo de no ser entendido y sí atacado por intereses no del todo claros, se supone que del gobierno o de alguna institución que tenga que ver con esa parte de la ciencia de la que los organismos oficiales no hablan, como una agencia a lo expediente X, pero que está ahí y de la que nos podemos aprovechar (o se podrían aprovechar unos cuantos); lo malo sería un mal uso de lo que se descubriría y sin tener en cuenta el objeto de esa intromisión, perfectamente justificada por algunos, intolerable para otros, y que podría acabar  mal; me refiero, como no, al extraterrestre protagonista de la historia, pura ternura y nada agresivo como otros alienígenas varios de películas de ciencia ficción con marcado carácter de género de terror tipo Alien o Predator, aunque esta ET, el extraterrestre comience con una atmósfera de misterio que nos pone alerta  antes de que el visitante entre en las vidas de una familia que lo recibirá muy  bien. Y es un niño el que no va a consentir que su amigo sea utilizado o que se le haga daño; él lo cuidará y lo querrá (hablo como un niño, lo sé, pero es lo que procede), él será un héroe para ET y ET será un ejemplo para el niño y su familia.




             La hostilidad hacia el extraterrestre se palpa en la película. Hay mucha linterna en esas noches. Los hombres que persiguen a ET están impersonalizados como en cualquier episodio de dibujos animados donde el protagonista es un ratón, un perro o un gato cualquiera y en el que los humanos también son cosificados al no enseñarnos sus caras, como ya mencioné anteriormente, y sí alguna parte concreta del cuerpo como sus pies o su espalda, es entonces cuando cobran más importancia esos ratones o gatos en esos episodios de dibujos al convertir a los humanos en amenazas. En ET ocurre igual: los hombres que aparecen son tratados de forma impersonal para acentuar esa amenaza latente, y de ellos se ven tan sólo sus pies atravesando un charco de agua en un bosque a las afueras de una gran ciudad, y donde una nave extraterrestre acaba de despegar, o un llavero que se fijará en la mente de los espectadores con un significado de peligro para nuestro simpático protagonista, que con todo esto cobrará más importancia y con el que nos sentiremos mucho más identificados. También son una amenaza los hombres de blanco que salen al final de la película y aparecen con trajes de confección espacial, todo muy espectacular y bien visto; lo que ocurre es que aquí no ocurre como con los hombres que persiguen a ET al comienzo. En este caso hay un componente más humano y no la oscuridad de los hombres impersonalizados del inicio que no se sabe ni quiénes son ni de dónde salieron (aunque seguramente al final unos y otros perseguidores pertenezcan a la misma agencia del gobierno).
          Los hombre de blanco con cascos futuristas no pueden ser malos, al menos todos, porque uno de los que componen el grupo es nada menos que el padre del niño protagonista que un día soñó que viviría lo mismo que está viviendo ahora su hijo pequeño.




             Aunque Spielberg suele manejar muy bien el aspecto emocional en sus películas, gestionándolo a las mil maravillas, y siempre desde la manipulación, con unos cuantos trucos que resultan, en ET no me gustó del todo la emoción fácil que suele surgir en algunos momentos, que nos emociona, sí, pero que no deja de ser un tanto lacrimógeno de más y fastidioso, por lo menos para el que escribe esto y cuando la vio.
            De todas formas creo que ahora no me disgustaría tanto ese aspecto porque con el paso del tiempo uno se vuelve más sentimental, casi como un niño. Tendría que verla de nuevo para saber con certeza lo que podría sentir.
           Pero es lo que hay: esta es una peli para todos los públicos con una especial atención hacia los más pequeños. Una película altamente recomendable y bastante bonita, con imágenes que pasarán a la historia, como la de los niños volando en bicicleta  por el cielo atravesando una enorme luna llena…

domingo, 22 de enero de 2012

Braindead (Tu madre se ha comido a mi perro)/ Peter Jackson/ Nueva Zelanda 1992




No sé por qué le han puesto en castellano a esta película de Peter Jackson Tu madre se ha comido a mi perro ya que esa sólo es una anécdota de tantas otras similares. No le queda demasiado bien el título añadido.
Esta película de Jackson es cojonuda. No es nada seria por el género que toca, pero tiene muchos valores. Hay gore divertidísimo y excesivo hasta sobrepasarnos en un tono de comedia que tan sólo entra en el terror en sus formas aparentes. Su esencia es claramente cómica, de un humor surrealista y macabro. Por momentos te asalta la idea de que bien podría haber sido la película que los Monty Python hubieran hecho si se hubiesen metido a hacer gore.

Una madre que no quiere que su hijo salga con una, como dice ella, profesional (menuda coña!!  :-) se transforma en algo así como una zombie  por la mordedura de un mono maldito. Eso hará que la mujer resulte prácticamente indestructible, por lo que deshacerse de ella será poco menos que una proeza digna de todo un superhéroe.

Lo que empieza como una especie de  Posesión infernal  en las formas, como en la de Sam Raimi, cuando la mujer comienza a experimentar las mutaciones, y en los primeros y sucesivos contagios, como con las pelis de zombies de toda la vida, de los desafortunados que caen bajo la maldición de seres tan abominables, se irá pasando, según avanza el film, en una fiesta descomunal de zombies, un espectáculo digno de ese público al que le gusta lo más grueso y pringoso, cocktail lleno de sangre, vísceras y acompañado de mucho humor negro.




En lo que tiene que ver con lo irreverente y festivo semejaría a lo que contemplábamos en la película Gremlins; si no sólo hay que fijarse en la escena en la que un cura reparte hostias sin bendecir porque trabaja para el bueno (o sea: El Señor) y tiene que deshacerse de los malos, o sea: los zombies, cuyo propósito (aunque nunca se sabrá con certeza sin conscientemente o no. A saber si los zombies tienen conciencia!?) es propagar el caos y la destrucción.

Agilidad y contundencia en la dirección hacen de Braindead un enorme divertimento con mimbres de la serie B, muy ingeniosamente utilizados. Jackson vale para esto del cine, es como un Spielberg a la neozelandesa, pero no tan niño en su visión de la vida.


 

miércoles, 18 de enero de 2012

Rififi/ Jules Dassin/ Francia 1955



Jules Dassin hizo su primera película en Francia tras su exilio de los Estados Unidos a causa de la caza de Brujas del senador McCarthy con pocos medios económicos y, posiblemente, desencantado con los dirigentes de su país por el clima político de persecución al que se estaba sometiendo a múltiples personajes que tenían que ver con la cultura (los más conocidos pertenecían al mundo del cine) y de los que se sospechaba que sentían afinidad, o pertenecían al partido comunista norteamericano. Esta película está basada en una novela de Auguste Le Breton, y el mismo François Truffaut dijo textualmente: “de la peor novela que he leído, Dassin hizo la mejor película de
cine negro que he visto nunca”




Y es que Rififi es una obra maestra del cine negro, ese cine que tan bien se le daba hacer a gente como Humphrey Bogart, James Cagney o al más reciente Al Pacino. En esta joya en blanco y negro todo parte y todo converge en un robo no sólo contado con precisión sino con una maestría inigualable. En el robo, que dura aproximadamente 35 minutos, no hay ni música ni diálogos; sólo hay miradas, de todo tipo:- expectantes, nerviosas, decididas, satisfechas…-, gestos, una puesta en escena matemática en la que cada pieza tiene que moverse como debe para no estropear nada de lo ideado por un ladrón desencantado de la vida, pero con una cabeza prodigiosa para cometer el tipo de delitos que están perpetrando ahora de forma magistral.


Este cine es de robos, o de ladrones si se le quiere llamar así, pero hay más: es cine negro en estado puro donde personajes del mundo del hampa tienen un protagonismo especial; pero también es drama, pasión, amor y desamor, una película de cine negro que no sólo guarda en su esencia este género sino muchas más cosas. Los personajes que cometen el robo llevan una vida con ellos, un bagaje, que los hace ser como son y moverse de la manera en la que lo hacen; son duros y lo demuestran, como los mafiosos que quieren jugársela a los protagonistas, unos protagonistas donde destaca sobre todo la figura de Tony Le Stephanois, enormemente interpretado por un desencantado y de vuelta de todo Jean Servais.

El pulso del film es decidido. La cámara nunca duda en hacer lo que quiere y tiene que captar. Las imágenes son directas y de una sencillez que las hace cercanas: todo nos llega a las mil maravillas porque Dassin nos cuenta lo que pretende sin querer despistarnos. Esto no es cine experimental (y no lo digo desmereciendo este hecho), es cine clásico y de género negro dirigido por un virtuoso. El componente clásico en la dirección, en la forma de captar las imágenes, se aprecia claramente; pero el montaje tiene algo de modernidad: se hace muy dinámico; parecen pasar muchas cosas y a un ritmo primoroso, aunque sabemos siempre donde estamos porque no hay precipitación, cosa que sí pasa con frecuencia en el cine más actual. Cuando hablamos del guión lo hacemos de una maravilla en sí misma, aunque Rififi esté hecha a partir de una novela que no es tan buena, por lo que parece (no la he leído). Puede que Dassin y su equipo hubieran cogido lo mejor y descartado lo peor que tiene el libro, añadiéndole genialidad y estilo; es así como nos encontramos lo que vamos descubriendo con fascinación y el vello de punta.




¿Y de qué habla Rififi? De reinserción, de fidelidad, de compromiso, de celos y maltratos a las mujeres:- hay un gran crítica al maltrato de género y al machismo- , de venganza, de meticulosidad, de amistad, de castigo, de valores, de delaciones; en resumidas cuentas: de todo un poco lo que tiene que ver con el asunto y que suele tratar este género, hecho con una coherencia y un sentido descriptivo enorme, con un estilo muy apropiado que expresa gran gusto por el buen cine, ese cine hecho con garra y entusiasmo poniendo todo lo que se sabe, que es mucho y genuino, un cine comprometido y de verdad. Obra maestra del cine y, como Truffaut dijo: posiblemente la mejor película de cine negro de la historia.

domingo, 8 de enero de 2012

Corrupción policial

Al Pacino como Frank Sérpico
Es algo que concierne a la moral. Se corrompe algo cuando pierde su naturaleza, su esencia, y es entonces cuando se mancha en sentido figurado.
La policía está para servir y proteger al ciudadano, no para aprovecharse de su situación. Ese interés egoísta por beneficiarse de un puesto que le da poder, mayor o menor dependiendo del grado que ocupe en el escalafón, atenta contra lo ético de su profesión y contra él mismo como persona.

En lo corrupto hay un beneficio, sobre todo económico, pero el corrupto también puede moverse por otras motivaciones.


Harvey Keitel
Al policía corrupto se le puede comprar para que colabore en determinadas actividades, generalmente relacionadas con el crimen organizado, o para que haga la vista gorda y no se “inmiscuya” en los negocios oscuros de gente poco recomendable y peligrosa. Aquí se aprecia la transgresión de su cometido ya que no sólo hace lo contrario de lo que tiene asignado sino que se aprovecha de ello.

No sólo el poder es algo necesario y acompaña a lo corrupto; puede haber simplemente una satisfacción personal, un vicio, que lo arrastre al delito, porque el corrupto delinque desde una posición en la que se entiende que debería combatir el hecho delictivo, cualquier delito, y no al contrario, y un vicio podría llevar a un policía a ser alguien corrupto desde su debilidad, si se le puede llamar así (hay quien diría que no todos los vicios tienen porque ser producto de una debilidad). Un “pecado” como la degradación sexual sería un ejemplo clarificador, apreciándose este hecho en la película mítica Teniente corrupto, de Abel Ferrara, protagonizada por un pasado de rosca Hervey Keitel.


Dave Bannion (Glenn Ford) y Debby Marsh (Gloria Grahame)

También hay corrupción si se beneficia a otra gente diferente de uno mismo para tener algo tan básico como la protección, el estar seguro sin que ninguna amenaza pueda caer sobre el, en teoría, defensor de la ley. Aquí lo corrupto está mezclado de intimidación por parte del otro, del que presiona. Podría llegar a ser más justificable por debilidad del policía, por miedo a la propia integridad o a la de su familia, aunque nunca del todo, ni mucho menos, pues un policía sabe a que juega y no puede consentir que una amenaza, aunque la sienta cerca e intensamente, le obligue a actuar de una forma distinta a la que su puesto le demanda.


Leslie Lane (Cornelia Sharpe) y Sérpico (Al Pacino)

Los sobornados, de Fritz Lang, es una película en la que gran parte del departamento de policía en el que trabaja el sargento de policía Bannion, interpretado con gran contundencia y fuerza moral por Glenn Ford, está corrompido al estar presionado por altas instancias políticas locales, que se entienden a su vez con el capo Lagana y su salvaje sicario Vince Stone (Lee Marvin).
En la soledad del héroe que lucha contra todo un sistema establecido y podrido hasta sus mismas entrañas la película de Lang tiene puntos en común con Sérpico, de Sidney Lumet. Ambos papeles hacen de sus protagonistas auténticos Quijotes con causa, la causa de la justicia en un mundo injusto. En el caso de Los sobornados, sorprendentemente, triunfará el bueno intuyendo que la corrupción no estaba tan extendida como ocurrirá en el caso de Sérpico, con final mucho más desesperanzador. 


Richard Gere y William Baldwin en Asuntos Sucios

El jefe criminal Costello tiene un informante en la policía, Colin Sullivan, y éste, interpretado por Matt Damon, está consiguiendo una posición de poder en la unidad de investigación especial del departamento de policía de Boston. En Infiltrados, de Martin Scorsese, hay corrupción policial, pero en este caso concretada en la figura de Colin Sullivan, un tío frío, inteligente y de una moralidad perniciosa que se sabe mover dentro de la policía para su ascenso profesional y, seguramente, tener beneficios extra dados por su “otro jefe”, Jack Nicholson. En Infiltrados se intuye perfectamente lo que busca un policía corrupto: sobre todo poder y dinero, aunque con un riesgo evidente.
En la película de Scorsese también hay dobles juegos en un duelo, a ver quien pilla antes al otro y lo desenmascara, entre el corrupto Collin Sullivan y el policía Billy Costigan (Leonardo Di Caprio) infiltrado a su vez en la banda del jefe mafioso Costello, protector de Collin Sullivan.


Matt Dammon en Infiltrados, de Martin Scorsese
En películas como Teniente corrupto (1992), de Abel Ferrara, se llega uno a preguntar como un individuo como el que interpreta Harvey Keitel en el papel de policía puede andar por la calle a sus anchas haciendo y deshaciendo como le viene en gana.
La sensación de moverse en la cuerda floja es patente en cada plano, el riesgo es asumido con una temeridad descarada, parecida a la que tendría un loco. Keitel demuestra todo el tiempo lo que es: un corrupto. Sexo, drogas y alcohol son el pan nuestro de cada día. Está en el fondo y no parece que pueda salir de allí. Las deudas de juego no le ayudan.
Su comportamiento es un síntoma de su estado vital, su existencia corrupta esconde dudas y desesperación. ¿Es esa su naturaleza? Quién sabe. Él es lo que hace, pero un final lleno de misticismo cambiará sustancialmente la idea que nos habíamos montado alrededor del personaje. Bueno, eso ya se venía gestando anteriormente con alguna que otra escena religiosa, pero el final aclarará cualquier duda al respecto.
Habrá momentos en los que se crea que Keitel pueda tener problemas psicológicos. Dará la sensación de que quiere que se lo carguen por su actitud desafiante ante todo y ante todos. Irá a la deriva, atormentado y sin remedio. Su viaje se convertirá en la crónica de una muerte anunciada.


Teniente Corrupto, de Abel Ferrara
Billy (Leonardo DiCaprio) y Frank Costello (Jack Nicholson)

En otros lugares esta película de Ferrara se tituló Teniente maldito. Supongo que el hecho religioso tendrá que ver en ello. Y hablando de lo religioso, comentar que un hecho sacrílego alarmará a Keitel, confundiéndolo. A partir de este hecho sus remordimientos de conciencia comenzarán a producir un cambio. Él se declarará católico en una escena entre compañeros de trabajo  mientras hace apuestas de juego, importándole tres pimientos lo que piensen éstos de él. Por el hecho de ser católico se creerá protegido de todo en una especie de delirio. Sus debilidades, sus pecados, serán una carga. Querrá ser perdonado. Será como el hijo pródigo que quiere volver a casa; se ha descarriado, pero siempre se ha sentido dentro de la comunidad que un día abandonó. Keitel será un creyente confundido que ha escogido un camino equivocado. La redención lo ayudará a salvarse. Hablará con Jesucristo en una especie de alucinación llena de culpa y súplicas. Desea sólo el perdón, por eso no hará lo que pretendía en principio relacionado con los violadores de la monja y sí lo que le pide ésta en un acto de perdón, de amor, de bondad cristianas, el mismo perdón que anhela él.


Al Pacino
Dennis Peck no es un simple policía corrupto, es un mafioso con todas las de la ley que patrulla las calles.
Las investigaciones que llevará a cabo Raymond Avilla y su compañera Amy Wallace sobre Van Stretch por abuso de autoridad, conducirá a asuntos internos a iniciar otra investigación por corrupción policial sobre Dennis Peck, amigo y compañero de Stretch.
Peck parece tenerlo todo controlado y muy bien montado; trabaja de policía y eso le ayudará en sus negocios. Su vida privada es asombrosa: tiene 3 ex mujeres, con las que no ha perdido la relación (en ningún sentido) y que se pasan por su casa como Perico lo haría por la suya, con el sorprendente consentimiento de su actual esposa (Annabella Sciorra)… todo bastante inaudito. Tiene, además, un montón de hijos de todas las relaciones que tuvo;  lejos de conformarse con eso se lo montará con las mujeres que tenga a tiro y le atraigan, como alguna esposa de policía que parece moverse por interés.
Peck, según él mismo, se embarcará en esos negocios porque sólo piensa en darle lo mejor a sus hijos, una actitud y maneras de pensar no sólo temerarias sino de una hipocresía y cinismo asombrosos.


Asuntos Sucios, de Mike Figgis

Kathleen Avilla, la mujer de Raymond, el hombre que irá a la caza de Dennis Peck, le servirá a éste para confundir a su esposo; la inseguridad provocada con su mujer le podría servir a Peck para desembarazarse del policía de asuntos internos que lo investiga. Tocarle la fibra sensible de su esposa a Raymond por ese encanto oscuro que tiene Peck, y que puede atraer a algunas mujeres, le podría servir a éste para que el agente que lo persigue se extralimite en sus funciones y termine por arruinar su trabajo. Pero Raymond usará bien sus armas para detenerlo, sea por las buenas o por las malas. Esta parte de la película entre Kathleen Avilla, su esposo y Dennis Peck, que conducirá a un final muy dramático, pero muy de telefilm, no hay quien se la crea. Está pillada con hilos muy finos, resultando artificial a más no poder.


Los sobornados, de Fritz Lang 

En Asuntos sucios, de Mike Figgis, Richard Gere, que interpreta a Dennis Peck, hará lo que sea necesario para mantenerse a flote en el gran negocio que tiene, incluso deshacerse de los que estaban con él, y que eran como de la familia, si son una carga. Los engaños, como todo buen mafioso, servirán a Peck para moverse con total libertad e impunidad, por lo menos hasta que comienzan a sospechar de él.

lunes, 2 de enero de 2012

Drive/ Nicolas Winding Refn/ Estados Unidos 2011



Película rodada en el verano del 2010 en la ciudad de Los Ángeles. Según dice su director, sus fuentes de inspiración fueron títulos como A quemarropa (John Boorman, 1967), Bullit (Peter Yates, 1968) o Driver (Walter Hill, 1978). Hugh Jackman fue el elegido para protagonizarla, pero éste tuvo que dejar la producción por exceso de trabajo. Ryan Gosling comenta en una entrevista que pasó dos semanas en el aparcamiento de una iglesia con el coordinador de las escenas de acción, Darrin Prescott, haciendo trompos con un Camaro o con algún Mustang. La experiencia fue divertidísima, según Gosling.


Adrenalina, atracción por la velocidad, riesgo. Eso es lo que se siente cuando contemplamos las andanzas de este lobo urbano taciturno al que se conoce por Driver.
El control y la seguridad de sí mismo, cierta chulería simpática o el hermetismo formarán parte de su personalidad. Sus dotes al volante son extraordinarias y le servirán para que trabaje de especialista en películas de acción (su identidad social) y como hombre contratado en atracos en los que se precisa una huida rápida, en ocasiones no exenta de habilidad para el camuflaje (una parte de su aspecto oscuro).

Su soledad es promovida por esa violencia que lleva dentro y con la que no quiere hacer daño a nadie. Ese es el principal motivo que lo hace apartarse de la gente. Pero una mujer, vecina suya, lo hará cambiar. Es cuando surge el amor cuando se sentirá comprometido con ella y con su hijo… de todas formas puede haber un problema en la relación empezada, aunque sin empezar del todo, cuando el marido de Irene (Carey Mulligan) sale de la cárcel y vuelve a casa. Pero he aquí la sorpresa, ese giro producido que hace que la peli no vaya por donde podía esperarse, cuando en vez de iniciarse el conflicto entre los dos hombres por Irene hay un acercamiento en el que Driver quiere ayudar a Standard Gabriel (el marido de Irene) por un problema de deuda contraído con una gente de la cárcel. Los prestamistas amenazan con cobrar la deuda no sólo de Standard sino de su mujer y de su hijo. Es entonces cuando Driver se involucra por esos sentimientos que lo obligan a ayudar a Irene y a los suyos, incluso a su marido.




Drive recuerda un cine ochenteno de género negro y acción, con un envoltorio que en ocasiones recuerda Nueve semanas y media, visto en películas como Ocho millones de maneras de morir, la irregular Vivir y morir en Los Ángeles o Atrapados sin salida. Hay, sin embargo, una violencia salvaje, contundente, sin vuelta atrás que no llega a la frialdad mostrada en El demonio bajo la piel, pero que sí recuerda la de Taxi Driver.
La noche, o esa soledad y frialdad que aparecen en algunos personajes, menos cuando tocan la relación sentimental entre Ryan Gosling y Carey Mulligan, marcarán también la personalidad del film, junto a una música tecno retro que nos lleva mejor a los ochenta, una música con mucho más ritmo que sentimiento.


 
Como todo buen thriller de género negro, que aunque nos traslada a los ochenta tiene en ese género negro esencia de los cincuenta ( igual que lo tenía el de los ochenta), en Drive hay mafiosos muy duros que querrán cobrar lo suyo, o lo que creen que es suyo, habrá un robo mal elegido que traerá consecuencias dramáticas (tan mal elegido como el perpetrado en Antes que el diablo sepa que has muerto), habrá venganza y mucha violencia; pero también habrá espacio para la ternura, la amistad y el compromiso dentro de una espiral trágica que conducirá a nuestro protagonista a un final incierto para salvar a la persona que más le importa.




Film del danés Nicolás Winding Refn de claras influencias del cine negro y acción de los años ochenta, pero con una violencia más descarnada. De una elegancia fría que le da a las imágenes una sofisticación a lo Michael Mann, y con elementos que ejercen una atracción peligrosa bajo esas luces de neón (y luces de diverso tipo en general) que aparecen de noche iluminando esa gran ciudad en la que pude ocurrir de todo.

Estreno Cine