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viernes, 10 de septiembre de 2010

Blade runner/ Ridley Scott/ Estados Unidos 1982



Para mi Blade Runner es una obra maestra sin paliativos. Gran mezcla de cine negro con cine de ciencia ficción. Con un ritmo perfecto porque, como los replicantes, está hecha como está, y no hay más vueltas que darle: se hizo lo más perfectamente posible, aunque seguramente hoy en día se mejoraría en alguna de las partes técnicas, aunque sus efectos sigan siendo muy buenos. Pero ¿y qué hay del encanto de películas que ya pasaron de moda en alguno de sus aspectos? Cada película tiene una época en la que se hizo y debe estar hecha como está, aunque algunas no consigan nada especial. Blade Runner es una metáfora de lo que ofrece la vida y sus limitaciones, una buena mezcla de sensaciones que hacen preguntarse qué hay realmente detrás de la naturaleza del hombre y por qué obra como lo hace, con que fin último. El hombre, al igual que el replicante que busca una respuesta de su creador, está hecho lo más perfectamente posible, y tratar de cambiar esto sería una especie de sacrilegio que sólo conduciría a una angustia desoladora (la muerte es un estado que en ningún tiempo ni lugar se acepta del todo, es un miedo primitivo que vive con nosotros. Quien haya visto la película de Darren Aronofsky La fuente de la vida sabrá por donde voy…), estado en el que se va convirtiendo Rutger Hauer al conocer su destino, cuando se lo explica " su creador"; observar sino su estado en el momento final, no sólo porque sabe que va a morir sino también por su tristeza, por lo que pudo llegar a ser de haber vivido más tiempo.

Y la historia de amor, aunque no es lo que mejor funcione en la película, también está muy bien contada, a pesar de que Sean Young y Harrison Ford se llevaban a matar. Tuvo que haber momentos en los que el psicólogo tuvo que intervenir con precisión y acierto para que las escenas tórridas fueran creíbles, y sí que lo fueron. Qué decir del tema " Love theme" de Vangelis; da una atmósfera muy particular a esa parte, con sueño incluido de caballo blanco con unicornio. La verdad es que la música está perfectamente insertada en las imágenes preciosistas que Scott nos ofrece con gran desenvoltura. La parte de dirección artística ni tocarla, es ver todo lo que sale y quedarte pasmado, con una elegancia desacostumbrada, hipnótica. Todo se resumiría en una palabra: MAGISTRAL.


Habla ahora o calla para siempre