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viernes, 26 de noviembre de 2010

El contrato del dibujante/ Peter Greenaway/ Gran Bretaña 1982


Con una música de Michael Nyman encorsetada como los vestidos de época que llevan las mujeres que aparecen en la película de Greenaway, el director británico nos ofrece una preciosista y muy estética pintura de época, ayudado por los dibujos que dan título a la película y que son eje de la trama, donde todo ha de estar en su sitio y establecido por medio de un contrato ya que se ha de dibujar lo que se ve y no lo que se recuerda.
El contrato firmado da derecho a ciertos privilegios del dibujante sobre el reclamante (en este caso sobre la reclamante, pues es una mujer, la esposa del dueño de la casa y las posesiones que se quieren dibujar), y estos privilegios nos hacen incomodarnos por lo inmoral de sus propuestas (la moneda del sexo), que a pesar de ser tortuosas y de bajo contenido moral, construyen una trama cerebral perfectamente hilvanada que llega hasta sus últimas consecuencias. El contrato que se firma obliga a la mujer a satisfacer al artista de una forma íntima e impúdica. 
Los giros del guión son evidentes y en un momento concreto se da uno cuenta de que los que eran considerados buenos resulta que no lo son tanto, y viceversa. Y esto se hace con un estilo detectivesco- policial muy del gusto británico y arraigado en su cultura, algo que flota en el ambiente de la película de manera subliminal, pero conscientemente  realizado.
Los diálogos son precisos, en ocasiones difíciles de seguir por lo denso de  los  planteamientos y lo que sugieren; se habla de las relaciones de los ingleses con otras naciones europeas, de religión y de sociedad, en la que los hombres lo tienen todo y que es motivo de la forma de actuar de la madre y la  hija para conseguir lo que creen que les pertenece.


Final brutal que herirá sensibilidades múltiples por lo salvaje y frío de su resolución, todo motivado por engaños y manipulaciones precisas con un claro cabeza de turco escogido desde el principio sin ningún tipo de reparo, y en el que su comportamiento despótico ayudará a “descabezarlo”.
Cine difícil, pero con un punto muy atractivo por los planteamientos que propone el excéntrico director británico. De una estética visual sobrecargada propia de la época en la que se desarrolla. Al final nos queda una sensación de incomodidad mezclada con asombro y cierta incomprensión por la truculencia de la mayoría de los personajes.

4 Ya han hecho su aportación. Sigue comentando si quieres:

Bruno dijo...

Buff que maravilla de película, me encanta, me encanta Greenaway y la música de Nyman. Por cierto, si no la has visto te recomiendo "El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante", mi favorita de él, y una de mis favoritas de la historia del cine.

Javier Simpson dijo...

El cocinero, el ladrón... es bestial. Genuino, excéntrico y obsesivo Greenaway. Le tengo muchas ganas a El vientre del arquitecto.

Lillu dijo...

Pues es un director que tengo pendiente. He oído que es un poco excesivo, así que no sé muy bien con qué me voy a encontrar. Y la verdad, vuestros comentarios no me tranquilizan, jajaja :D

saluditos

Raúl Calvo dijo...

Greenaway nunca me ha acabado de gustar, no sé por qué. Aunque en el vientre de un arquitecto consigue una fantástica interpretación del gran Brian Dennehy