Con películas como
El
padrino,
Apocalypse now,
La conversación o
La ley de la calle, Coppola se
convirtió en un referente de primer orden en la cinematografía de todos los
tiempos.
El padrino es una
película sobre la mafia, y más concretamente sobre la mafia de origen
siciliano, abriéndose paso en un escenario tan grande y abierto al mundo como
la ciudad de Nueva York. Mario Puzo
es el conocido autor de la novela y del guión, junto a Coppola y, aunque no acreditado, Robert Towne. Su mitificación viene dada por los mejores valores
que se pueden encontrar en cualquier obra de arte. Las lecturas que se sacan de
ella son muchas y de distinto tipo. Nada queda sin atar ni se improvisa (tan
sólo Marlon Brando con sus algodones
metidos en la boca; al parecer le daba pereza crear un personaje), todo está
planificado con una precisión concienzuda. Aquí la mafia se idealiza en la
familia y sus códigos. Nada fuera de la familia es afín a sus miembros, aunque
su pertenencia no venga dada tan sólo por la consanguinidad sino por su compromiso
y lealtad. Tom Hagen es del grupo sin
tener lazos de sangre con los Corleone.
Es más importante la lealtad y el sentirse miembro de la familia que la sangre
si esta no va acompañada de fidelidad, ante todo, y valía, si no que se lo
pregunten a Fredo Corleone.
En
El padrino vemos
magistrales retratos costumbristas de la comunidad ítaloamericana; también hay
un mestizaje cultural con lo nuevo, lo norteamericano. Hay apuntes al mundo del
cine, a Hollywood, algo muy norteamericano, en el personaje del cantante
ahijado y amigo de
Don Vito,
Jhonny Fontane, interpretado con gran
credibilidad en su pequeña intervención por un no muy conocido, por lo menos
aquí, actor y cantante ítaloamericano
Al Martino. Inicialmente este papel estaba
reservado para
Frank Sinatra (en la
novela de
Mario Puzo tenía un papel
más relevante), pero se descartó por las similitudes entre el personaje y el
propio
Sinatra; fue éste el motivo
por el que en la película no tuviera más salida
Fontane: las presiones de
Sinatra
hacia la producción surtieron efecto, al parecer. En la boda donde se casa la hija de
Don Vito,
Connie, con
Carlo Rizzi comienzan
a asentarse las bases para conocer a los personajes, lo que representan y las
relaciones que mantienen. La policía que está fuera del edificio donde se
desarrolla la boda cuida que todo vaya bien. El acontecimiento es un motivo de
encuentro entre los principales jefes de la mafia. Al parecer, varios policías de Nueva York participaron en el
rodaje como extras.
Vito Corleone,
patriarca y jefe del clan, el don, el inaugurador de esa dinastía oscura
marcada por la violencia, la extorsión y el crimen, es un hombre ya con cierta
edad. El lleva todos los asuntos de la familia con inteligencia y cierta
diplomacia, hasta donde puede o le interesa (
Luca Brasi), ayudado sobre todo por su primogénito
James Caan, que da vida al personaje de
Sonny Coreleone (
Santino), un papel para el que hizo las
pruebas
Robert de Niro y que finalmente no
consiguió, y por
Tom Haggen, su
consigliere.
Sonny es impulsivo
y eso le puede traer problemas. Cuando reacciona con violencia pierde el
control hasta el punto de ser un peligro, sobre todo para él mismo, por
pertenecer a un grupo donde, si quieres mantenerte a flote, no sólo llega con
ser violento sino inteligente. Su hermano Michael
Corleone es muy diferente a Sonny.
En principio se niega a
entrar en las actividades con las que está relacionada su familia. El haberse
alistado en el ejército había sido una escusa perfecta para desentenderse y
mantener las distancias; de todas formas, él sabe de los negocios de su padre Vito y su hermano, conoce a gente
violenta y fiel, peligrosa si estás enfrentado a ella, y en una conversación
que tiene en la boda de su hermana Connie
con su novia Kay Adams, protagonizada
por Diane Keaton, la musa de Woody Allen, con gran acierto y
sensibilidad, le reitera su desvinculación de los asuntos poco limpios de su
familia mientras uno de los hombres siniestros de su padre, Luca Brasi, la parte más oscura del
negocio, hace unas escenita un tanto peculiar cuando tiene que presentarle sus
respetos al jefe.
Michael Corleone es el gran protagonista no sólo
de esta saga mafiosa, sino de esta primera, y para mí, mejor parte. Su padre Vito es también una pieza fundamental a
través de la cual gira toda la trama. Su presencia es constante e intensa
aunque no salga en pantalla, y cuando lo hace se la come materialmente. El
Oscar que recibe Marlon Brando de la Academia es merecidísimo
e incontestable; su caracterización del personaje de Don Vito es asombrosa, inmensa, sobrecogedora. Pero centrándonos
más en el personaje que interpreta Al
Pacino, decir que este actor en principio no contaba con todas las
papeletas para conseguir el papel. Lo criticaron por todo: por su baja
estatura, su forma de hablar y actuar, su enorme timidez; algunos se reían de
él incluso en los rodajes durante los primeros días. Todo eso fue cambiando
poco a poco, hasta su consagración final en la famosa escena que tiene en el
restaurante con Sollozzo alias “El turco” y el capitán de policía McCluskey, protagonizado por el conocido
y clásico actor Sterling Hayden.
El
cambio de Michael Corleone se produce
cuando le tocan de lleno lo que más quiere, su familia, y siente que está en
peligro todo lo que es. Él, lo quiera o no, forma parte de esa familia, y,
definitivamente, la apoyará en todo y se comprometerá cuando llegan los
momentos más duros, esos en los que sale, no digo lo mejor de él, sino su
verdadera personalidad. Creo que no es una obligación la que tiene cuando
decide actuar, una obligación que venga tan sólo de la necesidad:- hay otros que
pueden resolverlo mejor que él; Michael es un principiante, después de todo,
aunque demuestre un arrojo sorprendente que provoca la hilaridad de su hermano
y los hombres del grupo que preparan el plan para actuar contra los que
quisieron cargarse a su padre; pero, analizada la situación, decidirán dejarlo
participar porque los otros saben que Michael
no entra en los planes de la familia, y el ser un comodín, un tapado, puede
darles ventaja- , Michael reacciona
sobre todo por un puro sentimiento de amor hacia los suyos, hacia su padre, al
que casi matan, y quiere hacer algo por él porque siente que puede. Su entrada
sí es por un motivo personal, creo yo, aunque él lo niegue delante de su
hermano Sonny para convencerlo más
fácilmente, y no sólo de negocios, contrariamente a lo que se suele decir en
estos ambientes oscuros. Es pura y simple venganza provocada por el odio hacia
quien quiso matar a su padre; siente que por su amor hacia él tiene un compromiso
que no puede romper, una obligación
moral (curiosa palabra tratándose de un caso como éste) originada en sus
sentimientos más enraizados y profundos. El amor y la amenaza hacen que se
decida, y en esa metamorfosis, que seguramente ya estaba latente en él y que
sólo hacía falta un acontecimiento como el producido para precipitarse, la que
sale peor parada será su novia Kay,
con quien mantiene un compromiso mucho más ambiguo (la otra mujer siciliana)
que el iniciado con su familia.
Michael Corleone evolucionará una vez que decida
participar en su vendetta personal e intransferible. Su nuevo cambio, el
segundo, se producirá cuando se interese por los negocios a los que había
renunciado siempre. Aquí deja lo personal algo más aparcado y se inmiscuye en
los asuntos de la familia decididamente una vez vuelto de Europa. Ya en Italia,
en su exilio forzoso, le informaban de cómo iban las cosas. Allí recibirá la
noticia de una muerte que lo marcará por una guerra abierta en el mismísimo
corazón de Nueva York que se inicia por las desavenencias entre los Corleone y las familias que apoyan el
nuevo negocio que se quiere montar alrededor de la droga. El innovador Sollozzo, en su aventura, había
establecido los primeros contactos y abierto algunos mercados interesados en
los pingues beneficios que la introducción de la nueva y preciada mercancía
traería consigo. Vito Corleone no
acepta el riesgo porque en su ética criminal no entra el vender droga; los
vicios que ofrece él son más inofensivos, la droga es más peligrosa y hay gente
importante a la que no le gustaría que alguien como él se dedicara a ese
tráfico, amigos suyos de altas esferas.

La
decisión de Vitto casi lo lleva a la
tumba y es difícil de tomar ya que, a la larga, y según su consigliere, las
familias que han decidido cambiar el tipo de negocio por el de la droga
conseguirán tener el control y todo el poder que el dinero pueda comprar en
cinco o diez años. Aunque en un principio se niega a entrar, Vitto
tendrá que hacerlo ante las presiones de las cinco familias neoyorquinas. Aún
es demasiado importante como para no contar con él. Tiene comprados a
demasiados políticos y jueces; el no permitirse el lujo de cedérselos a sus
colegas para hacer buen negocio sería una descortesía imperdonable por su parte.
Y en el proceso Michael está
presente, junto a su padre, e irá tomando decisiones importantes, hasta que
éste le encarga la nueva tarea de asumir el mando. Su vendetta se consumirá
radical y definitivamente y aceptará a todos sin excepción.
Las dos
mujeres con más relevancia en esta historia familiar épica sobre la mafia, Connie y Kay, serán tristes
protagonistas de unos hechos que no sólo escaparán a su control sino que
salpicarán de sangre y desencanto sus vidas. A Connie destruyendo, y con mentiras, su nueva familia, a Kay a base de los mismos engaños y con
promesas que no llegarán a cumplirse nunca. Connie
y Kay se sentirán engañadas y
marionetas en manos de la familia y su mundo hostil, depredador y ambicioso. La
infelicidad anidará en sus corazones y su impotencia derivará en diferentes
caminos, pero con algo en común: - la resignación-, desarrollándose dicho
sentimiento a lo largo de la segunda parte de la saga. Connie se agarrará a su hermano Michael
como antes lo había hecho con su padre; eso le dará seguridad al confiar en él
como salvaguarda familiar siempre que acepte lo que es y a pesar de sus
mentiras (muerte de su marido, o de Fredo),
y Kay sentirá una resignación no
asumida del todo que irá cambiando la forma de ver a su marido.
En El padrino hay violencia, como es
lógico pensar tratándose de una película sobre la mafia. Ésta está tratada con
elegancia y perfectamente insertada en la historia. No es una violencia
demasiado explícita, pero sí contundente, más bien cruda, y de alto voltaje
cuando es preciso poner intensidad. En otras ocasiones la violencia tiende más
al espectáculo sin que la garra desaparezca, y es de más fácil digestión porque
hay cierta dulcificación de la misma, una violencia más de ficción y asumible,
que no remueve tanto por dentro aunque encaje dentro del puro divertimento.
La
traición juega sus cartas también en esta grandiosa y oscura historia, casi
siempre con el objetivo de posicionarse. La película está llena de
traidores u oportunistas y listos hombres que se mueven con astucia para
colocarse lo mejor posible en la carrera por alcanzar un puesto lo más arriba
posible, aunque la apuesta les explote entre las manos y pierdan en lo
arriesgado del juego, como le ocurre a Sollozzo,
a Carlo Rizzi o como le pasa también
a uno de los del grupo de los Corleone,
Salvatore Tessio, que trata de
aprovecharse del conflicto entre las familias de Nueva York para traicionar a
los Corleone y salir beneficiado. En otras ocasiones hay traición
por pecados tan mundanos y habituales como la envidia o los celos, pero el
peaje seguirá siendo el mismo: tarde o temprano los traidores no tendrán
cabida, aunque siempre asomen tentaciones a las que vigilar.
Como
no, en El padrino también hay
respeto. Si en una película de este género no hay respeto no hay película. El
respeto es inherente a cualquier película que hable sobre la mafia. Las buenas
relaciones están siempre sujetas a tal parámetro. Si no hay respeto la relación
está rota (funerario Bonasera, con
reconciliación posterior) o es una relación conflictiva, normalmente violenta,
aunque en algunos casos la relación conflictiva puede tener cierto grado de
respeto: también hay el respeto al enemigo… pero no en El padrino. Si al respeto se le añade cariño, o amor, será mucho
mejor al considerar a la persona respetada merecedora de tal sentimiento; el
otro respeto, el respeto producto de la autoridad, aunque menos cálido, también
es bienvenido; después de todo el miedo es una herramienta poderosa que puede
ser muy útil, y al negocio le puede ir bien.
El padrino habla de supeditación y de poder. Cada
familia tiene lo suyo y procurará, como mínimo, mantenerlo. Siempre que se
pueda se intentará crecer, ambicionar otros territorios, desbancar a otras
familias, hacerse con otras actividades. La familia Tattaglia no es la más poderosa, sin embargo ambicionará una
posición más privilegiada con negocios que los Corleone han desechado. Bruno
y Philip Tattaglia entrarán, a
propuesta de “El turco” Sollozzo, en
el negocio de los narcóticos propuesto por el oportunista capo del que tan bien
informados estaban los Corleone.
Siempre
que hay ambiciones que trastoquen lo
establecido se producirá un conflicto, casi siempre violento, que traerá
cambios, para mejor o para peor. Los peces más gordos intentarán apaciguar ánimos,
o la mala sangre (como dicen ellos) porque les va bien el lugar privilegiado
que ocupan, por lo menos hasta el momento y tratando de despistar, hasta que
llegue una mejor ocasión que derroque al Rey Corleone, como ocurrirá con el zorro Barzini, jugador a dos bandas para que los Corleone fijen su diana lejos de sus ambiciones.
Los Corleone manipularán, presionarán y
harán todo lo necesario siempre que sus intereses, o los de sus colegas, estén
en juego. Su poder le permitirá casi todo; tendrán todas las herramientas a su
disposición y, aunque quieran permanecer bajo la fachada de la respetabilidad,
siempre habrá ocasión para presionar o atemorizar a quien sea para salirse con
la suya. El caso de Johnny Fontane y
su riña con el productor de Hollywood Jack
Woltz, que no quiere al cantante en su película por ligón, es testigo del
poder de los Corleone. La visita a
California del consigliere Tom Hagen
será más que persuasiva.
El
estilo de El padrino es de un gran
clasicismo y de una elegancia y exactitud en la configuración general de la
puesta en escena fuera de cualquier duda. Su ritmo siempre es fluido; en los
momentos más calmados el interés nunca desfallece por unos diálogos que no
dejan indiferente y que por su sencillez ayudan al buen devenir de un gran
guión. Son diálogos que siempre dicen algo importante; nada está de más en
ellos y a los actores les salen las frases con una naturalidad que siempre es
de agradecer. Con un estilo semejante el montaje no podría ser recargado sino
de un equilibrio perfecto.
La
técnica no abruma con imágenes que te bombardeen en ningún momento. Hay
simplicidad y el conjunto visual se hace diáfano.
Y en
cuanto a la estructura de esta obra maestra quiero comentar que se podrían
hacer diversas clasificaciones y dividirla en tantas partes como se quisiera,
siempre con la coherencia por delante, al tener un guión completo en el que
cabe de todo, y todo está por un buen motivo. Mi propuesta en cuanto a su
estructura sería la siguiente, teniendo fundamentalmente en cuenta la figura
principal de Pacino en la cinta:
En una
primera parte se presentan a los personajes que forman la familia Corleone, con su patriaraca Vito al frente, y todos aquellos que
tienen que ver con ellos. Esa presentación se realizará en la boda de Connie con Carlo. En esta parte Michael
no forma aún parte de los negocios familiares, de los que hay ciertos apuntes
que hacen saber cómo se manejan; todavía no se ha producido la propuesta de Sollozzo a los Corleone.
La
segunda parte se iniciará con la visita a los Corleone de Sollozzo y la
negativa de Vito y los suyos, aunque
sea Vito finalmente el que decida
como jefe. Su hijo Sonny intenta un
acercamiento con Sollozzo que enfada
a su padre. En la escena se ve el tremendo respeto que su hijo le tiene al
padre. Esta parte desarrolla el conflicto entre los Corleone, Sollozzo y la
familia Tattaglia, que ayuda al “Turco”, y durará hasta el incidente con
Vito en la frutería de la calle. Hasta este momento Michael sigue sin intervenir.
La
tercera parte se inicia con la participación de Michael y la preparación del atentado contra el capitán McCluskey y “El turco”. Esta parte abarcará su estancia en Italia, donde visita
el pueblo natal de la familia, Corleone, y lo
que ocurre en Nueva York mientras
Michael
está fuera.
Y en la
cuarta y última parte Michael vuelve
a los Estados Unidos y toma el control, bajo los consejos de su padre. Aquí se
prepara la venganza y se ejecuta sin ningún tipo de debilidad.
Una
curiosidad para terminar con este trabajo trabajoso: Cuando Michael Corleone tiene que verse con el capitán McCluskey y Sollozzo para
pactar un acuerdo entre los Tattaglia
y los Corleone, quedan en Broadway en
el restaurante de Jack Dempsey,
famosísimo boxeador campeón del mundo de los pesos pesados desde el año 1919, año
en el que venció al gigante Jess Willard, hasta el año 1926 en el que lo perdió frente al
purista Gene Tunney. Un año más tarde
Tunney le ofreció la revancha; en ese combate se produjo lo que se ha dado
en llamar la larga cuenta, cuando Dempsey
noqueó a Tunney y el juez no empezó a
contar hasta que Dempsey tuvo que volver
a su esquina, con esos segundos extra Tunney
volvió a vencer al legendario Jack
Dempsey.