Paul Schrader es uno de los mejores guionistas de las últimas
décadas. Entre su material hay títulos tan importantes como La última tentación de Cristo, Toro salvaje, Taxi Driver (las tres de Martin
Scorsese), La costa de los mosquitos
o el expreso de Corea. Como director
es más irregular y mezcla títulos sin demasiado interés, como El exorcista: el comienzo (2004), con
obras más redondas como ésta que me ocupa, American
Gigolo, o la magnífica e impactante Aflicción,
protagonizada por un atormentado Nick
Nolte, un drama que retrata con pulso firme la violencia y la tristeza que queda
cuando aquélla es reprimida, pero que forma parte inherente de algunos hombres
y el medio familiar en el que vivieron (muy recomendable esta película)


Entramos en los años 80 y la sociedad va
cambiando de gustos. Los vaqueros con campanas de los primeros 70, o las
crestas punk de los últimos años de esta década dan paso a las chaquetas con
hombreras y ropa pretendidamente elegante inspirada en el pop británico, donde
los nuevos románticos empezaban a hacer acto de aparición. En este ambiente de
inspiración pop (la música de
Giorgo
Moroder, nuevamente, - Ya hablé de él en la reciente entrada
Sueños eléctricos
ayuda lo suyo) es donde se mueve
Julian (
Richard Gere). Aquí
Gere
es muy joven y su aire de chulo canalla, pero con buen fondo, le sirve muy bien
a
Paul Schrader para desarrollar el
personaje protagonista de la cinta: personaje elegante que se sabe mover bien
en los círculos de familias adineradas, donde las esposas mayores de los
hombres con poder, y ricos, desahogan sus deseos. El es el encargado de
satisfacerlas sexualmente, ya que ese es su trabajo, pero también de
divertirlas en su vida social.
En ese mundillo Julian
es el mejor y es requerido constantemente por la Madamme que lo introdujo
en el negocio, una mujer rubia y madura que tiene a su cargo un negocio muy rentable
de prostitución de lujo; es de ella de la que Julian se viene desmarcando desde hace tiempo porque cree que
se aprovecha de su trabajo y no recibe todo lo que él cree merecer. También le
da trabajo de vez en cuando un amigo de color y homosexual (y digo esto sin
ningún tono peyorativo, tan sólo es para describirlo y darse cuenta de quien es
cada uno), aunque siempre que Julian
acepta un encargo de él le cobra sin ningún problema una comisión demasiado
alta, con lo que nuestro protagonista no despierta demasiadas simpatías entre
mucha de la gente que vive del negocio del sexo.
Spoiler (No leer el spoiler en color azul para no descubrir
partes de la película)
Es trabajando en un restaurante de
lujo de la ciudad cuando Julian conoce a la esposa de un político local
famoso, Michelle, interpretada por la entonces modelo Lauren Hutton.
En una especie de malentendido inician una conversación muy sugerente con
dobles significados que resulta simpática, y que está llena de
sensualidad. En dicho diálogo Julian trata de aparentar que se encuentra
allí trabajando para quien solicite sus servicios de intérprete, le dice a Michelle
que habla 4 o 5 idiomas y que ese es uno de sus trabajos. Michelle,
después de cruzarse con el hombre unas cuantas frases ambiguas, con media
sonrisa de complicidad no correspondida todavía por Julian, pero
que se sospecha, le pregunta directamente cuánto cobra por acostarse con una
mujer. A Julian parece haberle sentado mal el comentario, y más dicho
tan directo, con lo que, con educación, se despide de ella diciéndole antes que
se ha equivocado. /Fin Spoiler (Ya se puede seguir leyendo sin problema)

Los personajes principales
de las películas y guiones de Paul
Schrader sienten una atracción casi enfermiza por el pecado. En American Gigoló, Richard Gere vive cómodo y sin demasiadas preocupaciones de tipo
moral. La suya es una vida sofisticada de lujo, fácil, como la que cualquier
hombre que se dedicara a la prostitución de lujo pudiera tener. Muy distinta es
la visión de esta profesión que se nos muestra en otra gran película: Cowboy de medianoche, en la que Jon Voight, que interpreta al gigoló, sí
tiene unos principios que le hacen renunciar a muchos de los vicios o
comodidades que este estilo de vida pudiera traer consigo, y a esto se une su
evidente inocencia que no sirve demasiado para el trabajo que quiere hacer,
aunque también es cierto que en Cowboy
de medianoche el gigoló no tiene tanta suerte como la que tiene Gere en American Gigoló; en ésta Gere
está introducido en ese mundo de una forma pensada, inteligente; el
protagonista se sabe mover como pez en el agua en esos ambientes porque a pesar
de ser un hombre aparentemente insensible y materialista, no deja de ser listo.
Spoiler (No leer el spoiler en color azul para no descubrir
partes de la película)
Hasta que
le tienden una trampa con asesinato incluido, y esto complica su situación.
Con este
problema que surge en la vida de Julian las cosas empiezan a cambiar de
rumbo. Ahora ya no hay la placidez ni despreocupación que la vida frívola
favorece y sí un via cruzis que le lleva a una consciente redención, y es la
mujer del político de la que se enamora la que lo ayuda no sólo a superar
su problema con la justicia (en un final muy emotivo declara a la policía que Julian
no había podido ser el asesino de la mujer porque esa noche habían estado
juntos, y con esto rompe con su anterior vida de matrimonio con un político
prestigioso), sino también a abrir los ojos e intentar cambiar. Cuando se
produce un cambio sustancial en Julian, hay una escena de renuncia muy
sugerente entre él y la mujer del político, en la que Richard Gere, ya a
punto de ser detenido por su presunto delito, le dice a Michelle que se
olvide de él, que lo deje y siga su vida, a pesar de sentir lo que siente por
ella. Aquí se da cuenta de que hay algo que le importa realmente en su mundo y
no quiere arrastrarla con él por los pecados cometidos; la considera demasiado
pura e importante para él; pero Michelle lo quiere realmente y no puede
consentir una injusticia como la que le están a punto de cometer con Julian…
/fin spoiler
(Ya se puede seguir leyendo sin problema)

El ritmo de la película es pausado en su justa
medida, tranquilo, va fluyendo sin demasiados saltos ni giros vertiginosos.
Aunque en ocasiones hay un estilo abigarrado por la mezcla de ambientes que se
enseñan en el film, se pasa del lujo de la vida de la gente con dinero a
ambientes más urbanos de ambiente homosexual que describen la vida de uno de
los amigos de Julian (el hombre de
color gay que le da ciertos trabajos de vez en cuando), en general se percibe
más bien una vida sofisticada, de ropa exclusiva, coches de marca y hoteles de
cinco estrellas donde es difícil entrar en su restaurante si no tienes mucho
dinero o si no eres famoso.
Una escena: Gere hace ejercicio en su casa mientras practica sueco para salir
con una de sus clientas. Segundos más tarde se ve muy elegante, con su traje a
medida y muy peinado; el estilo de vida del gigoló de lujo está perfectamente
expresada.
Antes de Richard Gere se manejaron otros nombres para hacer el papel de
protagonista como Christopher Reeve (era
la época de Supermán) o John Travolta. Éste dio marcha atrás
finalmente cuando estaba a punto de firmar porque quería tener control sobre el
montaje final. Travolta no debe ser
un actor muy fácil. Ya Polanski tuvo problemas con él en otro proyecto.
El éxito de taquilla fue considerable: 23 millones
de recaudación en USA; el film costó 5 millones.
El tema principal
de la banda sonora, “call me”, de Blondie,
fue un gran éxito de este grupo representante en USA de la llamada New Wave.