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jueves, 25 de julio de 2013

Celda 211/ Daniel Monzón/ España 2009



Lo primero que quiero decir es que los presos, los comunes, a los que vendría perteneciendo Luís Tosar, encumbran rápido a los que tienen iniciativa y hablan con decisión, o a los que le echan un par manteniendo el pulso de cualquiera de los líderes de la cárcel, con levantada de brazos incluida como si de un boxeador victorioso se tratara, esto  le ocurre al funcionario que cae sin querer en las redes del motín liderado por Tosar.

 Aquí hay una reivindicación honorable de los presos por las pésimas condiciones en las que se encuentran, algunos hasta el punto de morirse sin que parezca que se hace nada para remediarlo. Por eso se podría decir que Celda 211 tiene un algo de cine de denuncia, pero más bien subliminalmente; esta es ante todo una película de género carcelario. O sea: que las reclamaciones violentas de los presos son justificadas, aunque las formas son bastante salvajes y en el procedimiento se cometa algún que otro error. Pero esto es la cárcel, y llegados a este punto o te sublevas o sigues aceptando la situación injusta.


 

Lo que le pasa al funcionario vendría siendo como lo que le ocurre al infiltrado involuntario que llega a congeniar con el líder de los presos y consigue establecer cierta amistad con él. Hay una tensión que se mantiene aceptablemente porque el funcionario está en el filo de la navaja, esto le da un plus de incertidumbre a este drama carcelario contundente y rodado con gran dinamismo. Luís Tosar está magnífico y la revuelta en general está bien rodada y resulta. Buen tono general y nada de extravagancias pretenciosas  a las que nos tienen acostumbradas las películas españolas contemporáneas a ésta, aunque también es cierto que hay alguna escena que a mí me chirrió un poco y que por tal motivo baja algo el listón.

(Comentario hecho en el momento del estreno de la película allá por el año 2009 y que tenía guardado en mi blog de notas sin saberlo. Consideré oportuno ponerlo porque creo que es una buena peli en la que Luis Tosar está magnífico).



jueves, 11 de julio de 2013

La fuga de Logan/ Michael Anderson/ Estados Unidos 1976



Película de Sci-Fi y aventuras en la que los supervivientes de una guerra devastadora viven bajo enormes cúpulas-burbuja ajenos a todo lo que hay fuera de un mundo hermético construido artificialmente. Los hechos se desarrollan en un supuesto siglo XXIII en el que los hombres viven en una sociedad manipulada para conseguir su felicidad con la ayuda de una tecnología avanzada que facilita un bienestar con el que no se correrá demasiado peligro a pesar de que algunos grupos, los llamados fugitivos, tratarán de librarse del lazo “complaciente”, pero engañoso, del sistema impuesto por las máquinas.





La fuga de Logan está dirigida por Michael Anderson y la protagonizan Michael York, más conocido por su interpretación en Cabaret, Jenny Agutter, a la que también habíamos visto en la excelente Equus, de Sidney Lumet, hecha justo un año después de La fuga de Logan, una bella y no del todo conocida actriz con propensión a despelotarse siempre que el director le ofrecía una buena ocasión (su bonito cuerpo se lo permitía) y Farrah Fawcett, tan rubia y hermosa como siempre la habíamos contemplado en la serie Los ángeles de Charlie, de amplia y contagiosa sonrisa (en una escena en la que comparten planos ella y la Agutter las miradas de rivalidad entre ambas traspasan la pantalla; un duelo por ver quién de las dos mujeres lograba captar mayor atención tanto de los que compartían con ellas la escena como de nosotros, cautivados espectadores).

 
La película podría considerarse una distopía por el hecho de que, aunque aparentemente estamos ante un mundo ideal, no deja de ser trágico en realidad si no fuera por el engaño masivo al que es sometida una  población dirigida por computadoras. Algo tan inaceptable como la muerte a una determinada edad – genocidio llevado a cabo por un sistema que de permitir vivir más tiempo haría que no tuvieran cabida todos en la gran burbuja y que conllevaría un problema que sería, muy posiblemente, causa de destrucción de esa nueva civilización creada –, en el caso que nos propone la película a los 30 años, es disfrazado por una falsa esperanza que hace satisfacer a la gente por medio de un ritual tomado como espectáculo, un popular ceremonial denominado carrusel en el que se vende que hay una renovación para seguir viviendo, reencarnándose en un nuevo clon con el que se volverá a la vida si se ha sido obediente y se ha cumplido con la ley (una nueva religión creada), cuando en realidad ocurre lo que todos pensamos, un hecho que coincide con lo que otros personajes creen (los fugitivos. La verdad es que podían haber sido más originales con el nombre) y que hace que se quieran fugar del lugar, una cárcel con apariencia de confortable hogar con destino marcado para esos inconformistas que son conscientes de la  verdad y que forman como una secta que se rebela contra lo creado.

Los fugitivos serán cazados literalmente en sus intentos de huida por los vigilantes de ese sistema disimuladamente coercitivo vestido con piel de cordero paternalista. Los asesinatos son como un juego; las emociones humanas se hallan manipuladas por una cultura coja de humanidad, donde la gente es un número literalmente, y por no existir nada que tenga que ver con el esfuerzo: las máquinas ofrecen todo lo necesario.



Uno de los vigilantes cazadores de fugitivos será Logan 5, quien conocerá a una chica, Jessica 6, de la que se sentirá atraído y con la que conseguirá ver la situación como es realmente. A Logan lo reclutarán para una misión en la que tendrá que destruir lo que en la película llaman Santuario, algo que va contra el sistema por ponerlo en peligro, el punto de encuentro de los fugitivos que lleva a la verdad, lo que en ciudad-burbuja no quieren despertar. El comportamiento y actitudes que demuestra tanto Logan (al principio) como la población que habita la cúpula-burbuja es frío, de una asepsia emocional molesta, o mejor dicho de una falta de intensidad emocional ya que más que purificarla se llega casi a extirpar; una forma de vivir en la que hay tal control hace que escasee la naturalidad (en la película desde el punto de vista de la civilización antigua, lo poco, o casi nada, que queda de ella fuera de las ciudades burbuja) y lo moral adopte formas diferentes que permitan tomarse casi cualquier acto que no va contra el orden como lo más simple en su ejecución, fácil de realizar y en el que las dudas no existen. El sexo, por ejemplo, no producirá ningún tipo de conflicto moral con los que están integrados (aunque ya se hagan preguntas relacionadas con su existencia) y aceptan lo que hay, como le pasa a Logan 5 justo cuando conoce a Jessica 6, no así con los que sospechan, como le ocurre a la chica.
 





Como en El planeta de los simios aquí también existen zonas prohibidas a las que es difícil acceder; si lo intentas te juegas la vida. El miedo que sienten los que ocupan el poder – en el caso de El planeta de los simios una aristocracia simiesca, en el de La fuga de Logan las computadoras y se supone que los que las programan (si aún estuviéramos en la fase en la que alguien siguiera programándolas) – hará que limiten posibilidades de acción a los ciudadanos (o como se les quiera llamar) para no adentrarse en terrenos poco favorables para lo establecido. La zona prohibida significa conocimiento, algo que no desean los jefes (¿no os suena de algo en relación a la situación política y económica actual? La actual ideología quiere analfabetos para la sumisión y que no se planteen cambios necesarios) que se propague para no destruir la nueva civilización. La zona prohibida lleva al camino de la verdad, y ya es muy conocido que la verdad hace libre al hombre que la experimenta. El entorno reducido de grandes limitaciones, tanto espaciales como personales, que se da en La fuga de Logan, como se da en otras similares en el mismo sentido, tal es el caso de El show de Truman o, más radicalmente, en el film griego Canino, producirá dudas existenciales que tienen que ver con la libertad y que hacen crear nuevos universos inventados. En cuanto al control del individuo por lo establecido hay paralelismos claros con películas como Brazil, de Terry Gilliam. Esas limitaciones de la libertad serán un obstáculo para la realización completa individual y una motivación para la rebelión. Lo represivo se hace más evidente en Brazil que en La fuga de Logan ya que en ésta el engaño (las comparaciones con la religión y eso de que ésta es el opio del pueblo tendría en la película que nos ocupa todo su sentido) no deja de hacer efecto en una población ilusionada, incluso entusiasmada cuando participa del famoso ritual del carrusel. Tendría que volver sobre la novela de Huxley Un mundo feliz porque ya no me acuerdo muy bien, pero me da que en ésta se trata una temática similar en cuanto a un mundo de un hedonismo ideal que haga olvidar los auténticos problemas que siempre atormentaron y fueron motivo de conflictos humanos. El concepto de dormir y engañar para no pensar demasiado, ya que tal actividad sería susceptible de provocar una reacción no deseada entre los manipuladores, está presente en muchas de las referencias citadas a propósito de la película que tratamos hoy.






Para terminar: lo que más me interesó de esta película es lo que sugiere a pesar de que la fábula no deja de hacerse algo ingenua. Como película de género de ciencia ficción en la que se dan aspectos de aventura y en la que hay alguna acción es un poco aburridilla. Su apariencia de serie b y estética pop colorista tiene cierto encanto, como lo tienen, aunque rasque bastante más, esas maquetas que se ve que son de una escala reducida nada más verlas y que son como una bofetada (los vehículos que van por carriles dentro de las ciudades burbuja).

Creo que esta peli hubiese sido una maravilla pillada en su momento por un director como el Ridley Scott de Blade Runner, u otros directores que se animaran a llevar adelante un proyecto similar, como Coppola, o más actualmente David Fincher (los ejemplos sugeridos se hacen por la recreaciones artísticas que podían ofrecer y los aspectos formales de su cine). Atmósfera Cero, sin ir más lejos, hubiese sido también un buen modelo para hacer una película de estas características. Ésta tiene sólo 5 años más que La fuga de Logan (Blade Runner, 6, y alguna otra más antigua, como 2001, Una odisea del espacio, del 68, nada tiene que ver en su fisionomía con La fuga de Logan) con lo que el hecho significa: que con La fuga de Logan se podría haber hecho otra cosa mucho más potente no sólo por los medios técnicos que seguramente había ya de aquellas sino, y sobre todo, porque, como siempre pasó y pasará, había gente capacitada para hacer un mejor trabajo, incluso brillante por todo lo bueno que albergaba el argumento. Elementos había más que suficientes, creo yo, para dejar lo disneyiano más de lado, ser más rotundos y arriesgar más. La sensación de haber visto algo demasiado liviano, a pesar de la motivadora propuesta, es un hecho que tengo meridianamente claro y que en una película como ésta me fastidió más de lo acostumbrado.

martes, 25 de junio de 2013

Harold y Maude/ Hal Ashby/ Estados Unidos 1971



Me gustó mucho esta especial y emotiva película del realizador Hal Ashby, uno de aquellos directores que junto a otros como Coppola, Michael Cimino, William Friedkin o De Palma dieron en los setenta nuevos impulsos creativos al mundo del cine. El film llega muy hondo; tiene el alma de películas como Vive como quieras (Frank Capra, 1938). La visión del mundo que tiene Ashby de la sociedad que le tocó vivir está modelada con muchísima frescura e imaginación, de una forma divertida y crítica. A esa crítica ayudará una música que nos trae Cat Stevens, cuya elección es un verdadero acierto. El tono que ofrece, con aspectos hippies que tienen que ver con la libertad personal, el amor y el inconformismo es muy adecuado y encaja a las mil maravillas en lo que Ashby nos cuenta.


 
  
En el personaje de Harold hay una rebeldía hacia la madre puesta de manifiesto en un sentido del humor absurdo y un comportamiento excéntrico con el que quiere castigarla por su excesivo control y un convencionalismo que para el adolescente no deja de ser irritante. Su comportamiento será un problema para relacionarse y poder llevar una vida lo más normal posible (aunque el chico sea muy rico), eso hará que vea a un psiquiatra para poder transformar su vida. Las aficiones que tiene no ayudarán a esa “mejoría” querida por la madre. Sus simulacros de suicidio son habituales y expresan lo que siente realmente: un descontento existencial. Harold es un potencial suicida que no se atreve a llevar a cabo dicha maniobra porque aún no está a punto, pero podría estarlo algún día. El chico no soporta la vida. Y es ahí cuando Maude entrará con tambores y trompetas en escena, una anciana a punto de cumplir 80 años. Su aparición será aire fresco para él. Maude es diferente, como el adolescente, pero ama la vida y la vive intensamente, de un modo muy personal y “exótico”. Harold y Maude son dos caras de la misma moneda ya que en el fondo son iguales, pero esas afinidades son experimentadas de modos contrarios: la  optimista y vital de la anciana contrapuesta a la de Harold, depresiva y de un triste negativismo. Es en ese momento cuando la mujer querrá hacerlo cambiar y hará todo lo posible para que reaccione. Lo que hace Maude con el muchacho es darle una lección vital de autoestima llena de energía positiva, de buen rollo y de amor.
 

 



El tono de comedia surrealista le irá perfectamente a esta película en la que encontramos romanticismo transgresor y verdadero, una cinta esta de Hal Ashby que es un canto a la vida, al amor verdadero y desinteresado y a la libertad. El que Maude se comporte como una loca excéntrica hará que el surrealismo cobre protagonismo, pero con una lectura de sus acciones que transmiten un mensaje humano, sensible, coherente dentro de lo incoherente que resulta en un mundo encorsetado, un mensaje comprometido con su ideología. Maude es una antisistema absoluta (antisistema existencial y social, no me estoy refiriendo en este caso a político o económico – que posiblemente también –). No cree en normas y la libertad es su bandera. Si dijéramos que es lo más parecido a una anarquista sensible a la ecología y a la paz creo que no andaríamos muy desencaminados en el análisis, y todo esto con un cierto estilo hippie que resulta curioso por el contraste al identificar cualquiera lo hippie con la juventud, aspecto que en este caso no se da, aunque sí, y de un modo idealizado, el hedonismo humano que existe en su filosofía de vida. Es por todo esto por lo que Harold sentirá una profunda fascinación por Maude, un sentimiento que hará que se enamore de ella; el conocerla bien será imprescindible para que surja un sentimiento puro. A Harold no le importará una diferencia de edad que para alguien convencional sería poco menos que un absurdo, una depravación imperdonable. Ella es para el chico una loca maravillosa, alguien que llena su vida de ilusión, y con quien es feliz. Ambos se compenetran, se entienden, se quieren. 



 
 



La crítica social que se hace es a lo convencional, a lo establecido. El inconformismo y la rebeldía juegan aquí un papel desestabilizador de lo normativo, de lo formal, que en ocasiones es injusto o está lleno de hipocresía. El convencionalismo tendrá cabida en el ejército, en la madre, en la iglesia o en la psiquiatría. La crítica a la guerra y al ejército que se hace se hará ridiculizándolo en la figura del tío de Harold, un militar que resulta algo así como un descerebrado monigote.

miércoles, 19 de junio de 2013

Los girasoles ciegos/ José Luis Cuerda/ España 2008


Trata, entre otras cosas, la  pasión de un diácono a punto de desbordarse en un marco de opresión política y religiosa. Drama que pareciese castigar a los que no se lo merecerían en favor de los que oprimían, a los que habían luchado por la libertad y ahora tenían que esconderse, privándose ellos mismos de la libertad que tanto defendieron, en favor de los que redujeron dicha libertad a la más mínima expresión.
La amenaza para Maribel Verdú y su familia no sólo viene por el régimen sino por un diácono enamorado, o encaprichado (“la carne puede más que la obligación y a eso se le llama lujuria”, le dice en un momento dado el cura al diácono cuando éste le plantea sus dudas), que podría denunciarla si ella no se prestase a corresponderlo en los sentimientos que alberga.


SPOILER (No leer el spoiler en color azul para no descubrir partes de la película)
El drama de todas las muertes que se suceden es bastante descorazonador por la injusticia que se nos ofrece; te deja maltrecho, aunque no esté contado con la fuerza y emoción suficientes como para dejarte más impresionado, como debería suceder en este caso. /FIN SPOILER (Ya se puede seguir leyendo sin problema)

Lo que menos me convenció fue cierto aspecto rancio en algunos de los momentos que tienen que ver con la institución de la iglesia y contados tópicos de la época en la que se desarrolla, como que el wolframio que Franco le enviaba a Alemania le serviría a Hitler para ganar la guerra en Europa, o un machismo descarado cuando el diácono confesaba que era la mujer (Maribel Verdú) la que le provocaba ese deseo no falto de lujuria, como si fuese una diablesa que lo torturaba con sus movimientos sensuales de caderas al andar; ni que decir de la escuela de curas y los niños cantando el himno de España, brazo en alto; muy visto.
Aún así sí se aprecian hechos que fueron incontestables y que son historia viva de una España contemporánea, como el buen entendimiento y absoluta colaboración de la iglesia católica con el régimen franquista, una institución por la que Franco luchó en la guerra como si de una cruzada moderna se tratara, un Franco y su régimen estandarte del Nacionalcatolicismo.
 

Una última duda que me dejó pensando después de haber visto la película de José Luis Cuerda; no llegué a entender la actitud y el comportamiento del diácono
         
SPOILER (No leer el spoiler en color azul para no descubrir partes de la película)
cuando denuncia al marido de Maribel Verdú (un estupendo Javier Cámara, muy metido en su papel y muy creíble, como suele ser costumbre en este gran actor español), gritando todo lo que su garganta le dejaba que en aquella casa se escondía un rojo /FIN SPOILER (Ya se puede seguir leyendo sin problema)

¿Lo hizo por despecho hacia su mujer? ¿Fue porque era un “buen español”? ¿O fue  porque era un buen cristiano? La confesión final al cura que lo solía aconsejar, ¿Qué fue?: ¿Una justificación ante su conducta innoble, o un arrepentimiento sincero? Podría suponerse que si era una confesión sería un verdadero arrepentimiento, parecía que con lágrimas muy sentidas; pero también podía ser una justificación ante su confesor y consejero para que entendiese por qué quería dejar su antigua vocación y así no hubiera la más mínima sombra de duda ante su comportamiento; de ese modo lavaría su culpa, por lo menos ante los ojos de la iglesia, que no así ante los ojos de Dios.





lunes, 10 de junio de 2013

Amén/ Constantin Costa-Gavras/ Francia 2002



 
Los dramas históricos contemporáneos de connotaciones políticas a Costa-Gavras se le dan muy bien. En este caso, sin embargo, hay algún pero que comentaré después.
El tema de la peli es el secretismo con el que el régimen nazi llevó a cabo el holocausto judío (y de otros pueblos, como el gitano) durante la segunda guerra mundial. En un primer período el secretismo funciona, pero pasado un tiempo, y cuando el exterminio se hace masivo, no se consigue tapar más porque comienza a haber fisuras por las que se filtra la verdad, aunque sea en forma de siniestra mirilla (tarde o temprano tenía que ocurrir porque tal empresa, tan grande y monstruosa, no podía ocultarse durante más tiempo); aquí cobra protagonismo un teniente, químico, de las SS que se encarga, sin pretenderlo (gran ironía), de hacer el gas que se utiliza para exterminar a los judíos. Ese teniente es católico y cuando ve en propia persona un capítulo del  holocausto se conmueve profundamente por sus convicciones religiosas católicas; es entonces cuando quiere, desde dentro, hacer llegar la verdad al papa por medio del nuncio del Vaticano en Berlín. Sólo un padre Jesuita, Ricardo, le hará caso y querrá ayudarlo.

Me gustó lo que representa Ricardo, la verdadera conciencia de la iglesia, en contraposición con la hipocresía e intereses mundanos (políticos) de la cúpula católica que actúa sólo con pragmatismo, y del mismo papa. Aquí, y mientras los nazis van ganando, se nota que los verdaderos enemigo de la fe católica son los comunistas, con Stalin como abanderado. Si los nazis se pueden deshacer de ellos en la guerra, no hay motivo para hacerles oposición pudiéndose hacer la vista gorda…


La postura del teniente es noble. Querer ayudar desde dentro para ser un testigo fiable y luego denunciarlo está lleno de buenas intenciones, pero no deja de ser una postura peligrosa, como se puede ver al final. Una pregunta que me hago es por qué no abandonó a  los nazis una vez supo lo que hacían. ¿Tendría miedo a que lo cogieran desertando o a que su familia sufriera las consecuencias? Puede haber algo de eso, pero el quedarse era arriesgarse a que después le tomaran por un nazi más que ayudó al exterminio (y más siendo el responsable de hacer el gas con el que mataban a los judíos – Aquí hay un tema parecido al de la peli El lector… la culpabilidad en el nazismo por la postura que pudieras haber tomado, casi siempre limitada por las circunstancias que te habían tocado vivir –)… otra ironía de lo que se cuenta: el compañero de las SS era un capullo nazi convencido, aunque en las conversaciones con el teniente dejara caer ciertas dudas ambiguas que le daban al personaje un evidente atractivo, sin embargo al final se puede salvar por su sagacidad, todo lo contrario de lo que le pasa al teniente. Uno actúa como hombre bueno, pero no piensa en las consecuencias de su compromiso (por lo que no deja de ser imprudente); el otro actúa como un hombre malo, pero es inteligente para conservar su vida… 


 


Y finalmente comentar que el tema de la peli (el secretismo con el que se llevó el exterminio, sobre todo al principio, antes incluso de los rumores generalizados que ya constataban prácticamente lo que se venía haciendo, y ese interés porque se diera a conocer en los ámbitos de poder en los que se podía denunciar y hacerlo de dominio público, caso de la iglesia católica, a pesar de que esta institución tenía que saberlo: el servicio de inteligencia del Vaticano era uno de los mejores que había, algo que se dice en la peli y que hace que los propósitos de hacerle llegar el mensaje resultasen sino inútiles al menos poco convincentes para darles un protagonismo tan grande) se hace algo cargante y no tiene el recorrido ideal que le quieren dar; eso hará que la sensación de alargamiento sea evidente y que produzca cierta modorra por su monotonía, hecho que hará que aburra un poco, aunque el film de Gavras no deje de estar muy bien contado, sea ágil y tenga la fuerza y presencia características de su obra.

miércoles, 5 de junio de 2013

¿Hacemos una porno?/ Kevin Smith/ Estados Unidos 2008





Siguen las constantes de Smith: cine gamberro hecho con frescura, y transgresor en los temas, aunque esta vez no tanta como en trabajos anteriores, como en el caso de Clerks o Persiguiendo a Amy, ambas excelentes. Se analiza (tampoco concienzudamente) qué es la amistad y a qué conflictos conduce si hay algo más que amistad, si hay amor y si se mete el sexo en medio de las relaciones. Se juega con la sexualidad y la doble moral, o triple, o cuádruple si me ponen. Hay buenos sentimientos dentro de lo que para muchos sería inmoralidad; es como si a Kevin Smith le pareciera lo mismo, o tuviera para él parecido significado, jugar una partida de cartas con unos amigos un sábado por la noche en la casa de uno de ellos, con cervezas apareciendo y desapareciendo sin parar, o comerse unas hamburguesas en un McDonalds un viernes por la noche con toda la familia , que hacer cualquier tipo de extravagancia sexual, sea con una pareja a la que quieres, o no (Blancanieves y sus buenos sentimientos montándoselo con todos y cada uno de los enanitos); pero esto sólo en lo que tiene que ver con la libertad y la falta de casi cualquier tipo de prejuicio sexual ya que al final siempre terminan saliendo a relucir los sentimientos, y eso interfiere en lo que parecía desparpajo descarado, una aparente naturalidad que no dejaba indiferente y no te la terminabas de creer; y al acabarse eso el asunto se vuelve más empalagoso, pero no molesta del todo ya que no deja de haber cierto equilibrio, sobre todo comparándolo con similares películas (que hay unas cuantas) que se ven actualmente en las cada vez menos salas de cine que quedan) que es digno mencionar y tiene su mérito, eso sí: no tanto como el mérito que tenían anteriores trabajos de este director tan echao palante.
 

Y sí que está bien ser liberales en cuanto a la sexualidad; pero sólo alguien que tiene todas esas obsesiones bien asimiladas y en su perfecto orden, como Smith (difícil que cualquier obsesión no tenga un orden en su ejecución), y las lleva hasta ese extremo (con una reflexión punzante y coherente de diálogos dinámicos y elocuentes) saliendo indemne, hay que aplaudirlo sin demasiadas reservas, pero esta vez no tantas (el listón era muy alto) como en sus anteriores, y mejores, películas porque la reiteración de ciertas situaciones y la interacción entre los personajes empiezan a cargar, a pesar de lo cual casi todo resulta divertido y se ve con más o menos agrado. Después de todo Kevin Smith no es como Woody Allen, que, aún repitiéndose en muchos aspectos, como lo hace Smith (las sensación de hacer ambos la misma, o muy parecida, película es patente), resulta más fresco por un ingenio desbordante y porque su complejidad está llena de propuestas que dan mucho más juego que lo que nos suele ofrecer Kevin Smith (es sorprendente el grado de parecidos que se podrían encontrar entre Clerks o Persiguiendo a Amy y muchas de las películas de Woody Allen en cuanto a que es un tipo de comedia de envoltura independiente, cine desenvuelto y refrescante, no así, ni muchísimo menos, entre cualquiera de las de Allen y esta ¿Hacemos una porno?, mucho más palomitera y tonta – en fin: mucho peor peli –) …


 
 


 … y es que en Smith hay mucha simpleza, no sólo en el lenguaje que utiliza sino en su filosofía de vida: su mundo no ofrece demasiadas dudas a pesar de las múltiples transgresiones que aparecen en sus films en lo que tienen que ver con la sexualidad, un cine  primitivo en lo emocional, fácil, a veces hasta infantil, aunque un tanto trabajado en los guiones, y bien servido. Creo que a Smith  ya se le ha pillado el punto y no podría dar mucho más de sí aunque lo intentase una y otra vez porque ese es el mundo en el que más cómodo se mueve y que mejor puede y sabe retratar, pero ya lo ha hecho unas cuantas veces: la sensación de estancamiento es elocuente y reveladora.