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miércoles, 24 de octubre de 2012

En busca del arca perdida/ Steven Spielberg/ Estados Unidos 1981



Excelente película de aventuras dirigida por Steven Spielberg en la que el protagonista, interpretado por Harrison Ford, es un buscador de reliquias arqueológicas; Indiana Jones, que así es como se llama el héroe aventurero con látigo, sombrero de ala ancha y cazadora de cuero, ofrecerá dos caras diferentes del mismo personaje, una cuando se encuentra embarcado en alguna de sus misiones, y otra cuando da clases de arqueología en una universidad de Nueva Inglaterra en la que algunas de sus alumnas le demuestran su cariño con originalidad y una pizca de descaro.
La presentación de Indiana Jones, cuando se encuentra en la selva amazónica de Sudamérica, es briosa y envuelta en un halo de misterio que le da más grandeza al personaje. En las primeras imágenes que se nos muestran de él sólo vemos su figura de espaldas, en un contrapicado, un primer plano de su látigo o su sombrero, pero nunca se nos acercará de modo directo y claro para que podamos marcar ciertas distancias con el resto de los hombres que lo acompañan en la expedición y así aparezcan éstos empequeñecidos ante la presencia del arqueólogo.


En la película hay un ritmo increíblemente bueno y un sentido del humor que destaca en cualquier momento, incluso en los de mayor tensión, o en las escenas más movidas. Los cambios de lugar, con los viajes subsiguientes, serán continuos en la evolución de los acontecimientos. América del Sur, Nueva Inglaterra, Nepal, El Cairo y una isla en el sur de Asia serán escenarios de una aventura genuina y de ritmo trepidante.

Los enemigos de Indiana Jones serán sobre todo los nazis; ese hecho hará saber en que época se mueven unos y otros. Pero no sólo ellos serán con los que se enfrente el intrépido arqueólogo ya que otro colega de profesión que en más de una ocasión ya le ha estropeado sus planes, Rene Belloq, un francés que colabora con los nazis para conseguir sus propósitos, será su principal contrincante. Si hablamos de persona a persona, Belloq sería el malo, pero sin esa perversidad de los nazis, aunque con una codicia que lo supera, e Indiana sería el bueno, sin demasiados matices morales ya que esa no es una parte importante a desarrollar en la película de Spielberg.




Indiana es fuerte, seguro de sí mismo, resuelto hasta el punto de que por muy complicada que se ponga la situación el hombre saldrá airoso de ella una y otra vez, casi siempre  con alguna que otra magulladura. Su chulería simpática es también marca de la casa, algo que lo hace parecer sobrado en ocasiones, aunque sin un ápice de altivez que le ponga sombra alguna a una dulzura no carente de hombría.

La ambición por el poder que persiguen los nazis intentando conseguir el arca de la Santa Alianza, cuyos poderes sobrenaturales podrían ayudarles en una guerra que ya tiene en mente el führer, y que podría conducirles a una victoria aplastante, serán un real y serio peligro. (recordemos que estamos en el año 1936, tres años antes de que comience la gran guerra en Europa).
Indiana será un gran recurso en la lucha contra esa amenaza porque él es como el James Bond de la aventura y la arqueología, un arqueólogo al que no le tiembla el pulso cuando hay que sacar la pistola y ponerse a dar tiros a discreción.

Las escenas de acción no pierden espectacularidad en momento alguno y están rodadas con una enorme precisión. La labor de los secundarios fue seguramente destacable; en ese aspecto tiene mucho del clásico cine de acción y aventuras. La adrenalina que desprenden engrandecen la aventura y hacen del protagonista un verdadero héroe, alguien que en no demasiado tiempo pasará a ser toda una leyenda.

El estilo es más bien clásico y heredado de ese cine de aventuras que aparece en películas como El secreto de los incas, Las minas del rey Salomón u otras con una estética similar, como Hong Kong (1952), de Lewis R. Foster, modesto film protagonizado por nada menos que Ronald Reagan en el que se hacía acompañar por un niño chino…¿os suena de algo?, o China, peli de 1943 protagonizada por Alan Ladd y Loretta Young en la que el bueno del señor Ladd vestía muy parecido a como lo  hace Indiana Jones.
De todos modos el film de Spielberg no deja de tener un aspecto moderno en el milimétrico uso de la puesta en escena o por unos efectos especiales de una tecnificación importante, ochentera, sí, pero con su complejidad y muy eficiente en el resultado.


Bueno, y ahora con algunas anécdotas y curiosidades relacionadas con esta gran peli que os pueden gustar si no las conocíais:
Comenzaremos con algo bastante sabido, y es que el actor Tom Selleck no se tomó mal haber perdido el papel que le habían ofrecido de Indinana Jones, nombre que en principio George Lucas quería que fuese el de Indiana Smith, pero que finalmente se desechó. En 1988, en un capítulo de su popular serie Magnum titulado Legend of the lost art, cuyo contrato en vigor le vio apartado de protagonizar al arqueólogo protagonizado después con gran convicción por Harrison Ford, Selleck se pondría la fedora (sombrero) de Indy. El homenaje mostraba a Tom Magnum en busca de un antiguo pergamino en Hawai. El personaje siempre se salvaba por muy poco y llevaba consigo un látigo. Un gag muy simpático del capítulo era cuando la gente en vez de decir arca decía arte. Este episodio permitió a muchos espectadores contemplar lo que pudo haber sido Indiana Jones protagonizada por otro actor, un actor que físicamente tenía bastantes similitudes con Ford. Éste, de entrada, era un actor con el que George Lucas no quería contar ya que era el protagonista de la saga de Star Wars; Lucas no quería que Ford se convirtiera en su Robert de Niro particular, haciendo alusión y comparándose con Scorsese.
Otro de los actores en los que se pensó para el papel de Indiana Jones fue Tim Matheson.

En cuanto a Marion, en principio Lucas pensó en Sean Young para el papel. Posteriormente acabaría en manos de Karen Allen, también con semejanzas físicas entre una y otra. En cuanto al papel de Sallah, fue Danny de Vito la primera opción, aunque el personaje acabaría siendo interpretado por Rhys-Davies.

Hablando de accidentes en el rodaje de tan entretenida y emocionante película decir que Harrison Ford se rompió el ligamento de la rodilla izquierda en la escena de la pelea sobre el ala voladora. El actor no fue mordido por ninguna serpiente mientras trabajó en el film, pero, ironías del destino, una vez de regreso a casa, cuando ya había acabado el rodaje, Harrison Ford fue mordido en su jardín por una serpiente. ¡Vaya mala suerte! Por cierto: las serpientes que cubren el pozo de las Almas y las tarántulas que cubren el cuerpo de Alfred Molina son reales.
Pero no sólo con esto se tuvo que conformar Ford. Karen Allen, con toda esa dedicación que  quería poner en su trabajo y para darle a su personaje todo el realismo que pudo, le dio varios puñetazos a Harrison Ford de esos que duelen…Más contratiempos para él hombre…


Y si nos ponemos a relacionar la peli con otras por diferentes motivos, aquí vienen unas cuantas anécdotas más: una de las pelis en las que se inspiraron para su realización fue Sólo los ángeles tienen alas, que se ambienta en un pueblo del Sur de América llamado Barranca, nombre que coincide con el del guía peruano.
El submarino que se utilizó es el mismo que el del film de Wolfgang Petersen El submarino (Das Boat. Gran peli, por cierto, y muy recomendable). Se rodaron a la vez las dos películas en la isla a la que llegan los alemanes. Es más: la matrícula que se ve es la misma, pero con una ligera alteración. Al poco de rodar gran parte de las escenas el submarino se hundió. Petersen siempre que tiene oportunidad suele bromear con esta anécdota diciendo que Spielberg le debe un submarino.
El desierto en el que se rueda la escena final es claramente el mismo planeta Tatooine de Luke Skywalker; y cuando Indiana se reúne en El Cairo con Bellock, éste le dice que “es el reflejo oscuro de Indy”. Un guiño más a la saga Star Wars.
Las escenas terroríficas en las que se muestra la apertura del Arca de la Santa Alianza están claramente inspiradas en la película de Disney Fantasía.

Para hacer la majestuosa roca, de la que se quiere desembarazar Indy corriendo delante de ella para salvar su vida, se tuvieron que utilizar 800 libras de pasta.
La secuencia en la que Indiana dispara a un Tuareg que se pone a hacer malabarismos con el sable no se debe al cansancio sino a que el equipo sufría una descomunal disentería, que da diarrea, y nuestro protagonista no fue inmune a tal contratiempo, con lo que tenía que desplazarse al baño cada dos minutos aproximadamente; una escena tan larga era imposible llevarla a cabo bajo tales circunstancias; fue entonces cuando se le ocurrió la idea al actor y a Spielberg le pareció bien. Lo de la diarrea es más que creíble, si no sólo hay que ver la cara que pone en esos momentos Harrison Ford.




Y esa famosa escena de la persecución al furgón se quería hacer en un principio sólo con camellos, sin embargo las dificultades en su domesticación fue suficiente motivo para cancelar la idea.
Para finalizar añadir que Indiana era el nombre del perro de George Lucas, y Marion el de la gata de Spielberg. Tiene sentido, ¿no?

viernes, 24 de agosto de 2012

La caja de música/ Constantin Costa-Gavras/ Estados Unidos 1989


El cine de Constantin Costa-Gavras es comprometido políticamente (otro ejemplo sería Missing (Desaparecido), película en la que trabaja un ya veterano Jack lemmon, alguien al que nunca se debiera olvidar por su enorme papel en la película Días de vino y rosas, de Blake Edwars, el drama de un alcohólico y su mujer, y la aventura que viven de difícil vuelta atrás).


Lo que más me gusta de La caja de música es el conflicto que surge en Jessica Lange cuando va descubriendo, poco a poco, que su padre es una persona que ha hecho cosas malas en el pasado, pero que a pesar de irlo conociendo con otros ojos, más pesimistas, no puede dejar de quererlo…la mujer ya no lo podía ver como al padre que había sido siempre, un padre al que Jessica Lange quiso, y viceversa, un padre que la educó bien y con cariño. Esa lucha por reconocer lo que había hecho su padre, la negación inicial, y más tarde la aceptación más dolorosa, es lo que más me gustó.
Un último apunte: La caja de música tiene ciertas similitudes con la película del año 2008 El lector, juicio incluido: gente querida que en el pasado hizo algo deplorable, el conflicto interior que surge en alguien cuando se relaciona (de la forma que sea: como padre, amante, gran amigo etc) con el causante de ese sentimiento contradictorio. No puedes odiar a alguien al que has amado, a pesar de saber de su oscuro pasado, pero tampoco quererlo de la misma manera…

domingo, 24 de junio de 2012

Scanners/ David Cronenberg/ Canadá 1981




Los protagonistas de esta película de David Cronenberg son los exploradores y una droga denominada ephemerol. Los exploradores tienen un gran poder telepático y son una amenaza no sólo para una organización que los persigue, y trata de combatirlos, sino para toda la humanidad.
Hay un líder muy poderoso y temible, Revok, protagonizado con una gran fuerza por el conocido actor Michael Ironside, y una organización en la que trabaja un doctor que querrá deshacerse de tan oscuro personaje, Paul Ruth. Para ello contará con la ayuda de otro explorador que desconocía sus poderes y que vagaba por la vida en una especie de abrumadora ensoñación, perdido y sin aparente remedio, Cameron Vale. Su poder psíquico podría resultar muy beneficioso para la misión de detener a Revok.




El personaje de Revok es maléfico y siniestro. Él es el iniciador de esa especie de raza, como si de los mutantes de los X man se tratara, llamada exploradores. Organizará una red en la que irá captando a todos y cada uno de estos telépatas para destruir la misma sociedad que los ha creado. Conoce la existencia de Vale, pero la organización que persigue a Revok se le ha adelantado en su intención de conseguir un adepto para la causa.


El ephemerol ayudará a los exploradores a suavizar los síntomas psíquicos que tienen. Estos síntomas son resultado de sus poderes, pero también perjudiciales si no se controlan; la droga consigue deshacer parte de los trastornos que ocasionan las facultades de los telépatas. Pero no sólo será un antídoto, el ephemerol será también causa de la existencia de los exploradores, de ahí ese protagonismo que adquiere en la película y que forma parte de su muy bien construida trama.

Esta excelente película es puro Cronenberg, con su fantasía alucinada, mórbida e inquietante. Su misterio es envolvente, cautivador y la propuesta alucinante del director canadiense se termina convirtiendo en algo creíble, muy bien realizado, de aspecto serio y nada frívolo, estúpido o surrealista. Navega entre el fantástico, el cine negro (Revok actuará como un mafioso – bandas enfrentadas: no sólo la gente de la organización contra la de Revok sino estos contra otros exploradores enemigos de Revok, de los que forma parte una mujer, también exploradora, Kim Obrist, protagonizada por JenniferNeill, con la que después se encontrará Cameron Vale, el explorador que trabaja para la organización –) y el cine de espías, con misiones que acometer y gente tapada (Vale querrá contactar con Revok para infiltrarse en su organización, y alguien de la organización de la que forma parte Vale será cómplice y confidente de Revok).




En Scanners hay poder mental y metamorfosis. La telepatía actuará no sólo en otras personas, tanto física como psíquicamente, sino también en las máquinas en una especial simbiosis muy cronenbergiana, en programas informáticos que pueden ser modificados por las mentes de los exploradores. Un flipe súper entretenido y con un grado de fascinación que sólo gente del calibre de David Cronenberg puede llevar adelante sin que resulte un espectáculo mínimamente bochornoso.




martes, 8 de mayo de 2012

En compañía de lobos/ Neil Jordan/ Gran Bretaña 1984


 
Una Caperucita Roja versionada por Neil Jordan, y extendida, que surgirá  en el sueño de Rosaleen cuando su hermana Alice muere a manos (en este caso mejor decir a garras) de unos lobos temidos y perseguidos por las gentes que habitan cerca de un bosque amenazante y misterioso.

El lobo y su mutación en hombre, o viceversa (hombre lobo), será eje central de los acontecimientos.
A partir de la pesadilla de la chica y de los cuentos que se describen por su abuelita, como en el famoso cuento (La abuelita está muy bien interpretada y caracterizada por Angela Lansbury) entraremos en un mundo mágico, muy a lo Legend (Ridley Scott), fantástico y de horror difuminado, aligerado, pero de presencia insidiosa y con una cuidada y barroca dirección artística en la que luce un acertado vestuario. Los decorados, y volviendo a la dirección artística, son magníficos; su sofisticado aspecto de cartón piedra y vegetación plastificada le dan un aspecto reluciente que no chirría en absoluto sino que, curiosamente, los idealizan desde lo onírico. No ocurrirá lo mismo, y eso lamentablemente le restará lo que había ganado en los decorados, con los efectos aparatosamente espectaculares que presenciamos en las transformaciones.


 


Esta vuelta de tuerca al cuento de Caperucita Roja, de los Hermanos Grimm, tiene su ingenio. La ambientación resulta sugerente, hipnótica. Ese aspecto de leyenda y supersticiones varias  le dan cuerpo y marca el estilo de la historia en mucha medida.
No sólo se contará el popular cuento sino que habrá dentro (no sólo del presumible sueño de Rosaleen, sino del propio cuento original) otros cuentos relacionados con la licantropía.

Que el aspecto terrorífico no destaque se debe a que nunca abandona en su esencia la inocencia que existe en este tipo de cuentos destinados sobre todo al mundo infantil. Es por esto que parecerá que los lobos no pueden hacer el daño que se supone que deberían causar. Ese hecho hará que lo dramático apenas asome y nos contentemos con los elementos que tienen que ver con la fantasía…
Spoiler (No leer el spoiler en color azul para no descubrir partes de la película)
… y todo parecía un sueño, pero ese sueño se volverá real en un final que, aunque pasa por la cabeza, no dejará de cogerte indefenso, como le ocurrirá a nuestra protagonista Rosaleen.




jueves, 26 de enero de 2012

ET, el extraterrestre/ Steven Spielberg/ Estados Unidos 1982




             Es una película hecha con el corazón de un niño. Steven Spielberg afirma que el tema principal de su película no es la relación entre dos seres sino la situación emocional de los niños cuando sus padres deciden divorciarse. En la película no se enfoca a ningún adulto hasta que hace acto de aparición el padre de Elliot, Peter Coyote. A partir de ahí empiezan a aparecer adultos en pantalla; sólo una excepción: la madre del niño sale prácticamente desde el inicio.

           Spielberg consigue un producto fílmico bello, de una estética muy cuidada, cómodo de ver y muy bien facturado. En la búsqueda de más dinero para su película tuvo una entrevista con directivos de la empresa de caramelos M&M. Una vez finalizada la reunión, la gente de M&M decidió que no era una buena idea que un extraterrestre comiera caramelos de la casa. Fue entonces cuando el director formalizó un contrato con la compañía de caramelos Hershey´s, rival de M&M. Los Reece´s Pieces que come E.T en la película incrementaron sus ventas en un 65% después del estreno del film. A saber lo que sentirían los de M&M cuando conocieron los resultados.


 

          
        El rodaje de las escenas filmadas se realizó en el mismo orden que aparece en pantalla. Las primeras imágenes grabadas fueron las del aterrizaje de la nave en el bosque. El espectáculo de luces, colores y formas que aparecen en las primeras tomas fue el banco de pruebas para el resto de la producción. La filmación fue mucho más laboriosa de lo que el director había imaginado. Se inició en Septiembre de 1981, finalizando casi seis meses más tarde, en Febrero del año 1982. El proceso técnico que tuvo que ver con los efectos especiales fue desesperadamente lento, según palabras del mismo Spielberg.
        Se gastaron casi 4 millones de dólares, más de la mitad del presupuesto inicial, en la creación de varios ET´s mecánicos y electrónicos para que fueran convincentes a la hora de mostrar sus emociones. Aún así Steven, pese a sus reticencias iniciales, tuvo que recurrir a un enano enfundado en un traje de goma cuando ET andaba. Si hubiese escogido la otra opción se hubieran gastado más de 2 millones de dólares extra para hacer que ET caminase sobre sus propias piernas. El actor encargado de hacer andar a ET en la secuencia en la que Elliot y su hermana Gertie lo sacan a dar un paseo cubierto con una sábana es Pat Billon. Desafortunadamente este actor morirá a las pocas semanas de acabar el rodaje.

       Para la voz de ET, y tras múltiples pruebas con actrices diversas, entre las que se encontraba la popular Debra Winger, se decidió contratar a la profesora de locución Pat Welsh, una viejecita con dificultades respiratorias producidas por su gran afición al tabaco. La mujer dobló a ET en multitud de lenguas.

        El diseño de ET lo llevó a cabo Carlo Rambaldi componiendo su rostro con una mezcla de los rasgos de Einstein, un gato y un bebé.
     
        Fue la primera película de la compañía de Spielberg Amblin Entertainment, es por eso que el logo es un niño montado en una BMX. Debido al éxito descomunal en los cines, el film del niño y su amigo extraterrestre estuvo en pantalla en algunos lugares durante un año entero.
         
        La banda sonora de John Williams entusiasmó tanto a Steven que éste decidió montar unas cuantas escenas más para que encajasen con los acordes de la música y no al revés, como es lo habitual. 


      La fotografía, como en todas sus películas, es perfecta y  la que mejor podría encajar en un tipo de película como esta donde todo es diáfano y sin ninguna ambigüedad en un mensaje lleno de compromiso, amistad, solidaridad con lo diferente y que corre el riesgo de no ser entendido y sí atacado por intereses no del todo claros, se supone que del gobierno o de alguna institución que tenga que ver con esa parte de la ciencia de la que los organismos oficiales no hablan, como una agencia a lo expediente X, pero que está ahí y de la que nos podemos aprovechar (o se podrían aprovechar unos cuantos); lo malo sería un mal uso de lo que se descubriría y sin tener en cuenta el objeto de esa intromisión, perfectamente justificada por algunos, intolerable para otros, y que podría acabar  mal; me refiero, como no, al extraterrestre protagonista de la historia, pura ternura y nada agresivo como otros alienígenas varios de películas de ciencia ficción con marcado carácter de género de terror tipo Alien o Predator, aunque esta ET, el extraterrestre comience con una atmósfera de misterio que nos pone alerta  antes de que el visitante entre en las vidas de una familia que lo recibirá muy  bien. Y es un niño el que no va a consentir que su amigo sea utilizado o que se le haga daño; él lo cuidará y lo querrá (hablo como un niño, lo sé, pero es lo que procede), él será un héroe para ET y ET será un ejemplo para el niño y su familia.




             La hostilidad hacia el extraterrestre se palpa en la película. Hay mucha linterna en esas noches. Los hombres que persiguen a ET están impersonalizados como en cualquier episodio de dibujos animados donde el protagonista es un ratón, un perro o un gato cualquiera y en el que los humanos también son cosificados al no enseñarnos sus caras, como ya mencioné anteriormente, y sí alguna parte concreta del cuerpo como sus pies o su espalda, es entonces cuando cobran más importancia esos ratones o gatos en esos episodios de dibujos al convertir a los humanos en amenazas. En ET ocurre igual: los hombres que aparecen son tratados de forma impersonal para acentuar esa amenaza latente, y de ellos se ven tan sólo sus pies atravesando un charco de agua en un bosque a las afueras de una gran ciudad, y donde una nave extraterrestre acaba de despegar, o un llavero que se fijará en la mente de los espectadores con un significado de peligro para nuestro simpático protagonista, que con todo esto cobrará más importancia y con el que nos sentiremos mucho más identificados. También son una amenaza los hombres de blanco que salen al final de la película y aparecen con trajes de confección espacial, todo muy espectacular y bien visto; lo que ocurre es que aquí no ocurre como con los hombres que persiguen a ET al comienzo. En este caso hay un componente más humano y no la oscuridad de los hombres impersonalizados del inicio que no se sabe ni quiénes son ni de dónde salieron (aunque seguramente al final unos y otros perseguidores pertenezcan a la misma agencia del gobierno).
          Los hombre de blanco con cascos futuristas no pueden ser malos, al menos todos, porque uno de los que componen el grupo es nada menos que el padre del niño protagonista que un día soñó que viviría lo mismo que está viviendo ahora su hijo pequeño.




             Aunque Spielberg suele manejar muy bien el aspecto emocional en sus películas, gestionándolo a las mil maravillas, y siempre desde la manipulación, con unos cuantos trucos que resultan, en ET no me gustó del todo la emoción fácil que suele surgir en algunos momentos, que nos emociona, sí, pero que no deja de ser un tanto lacrimógeno de más y fastidioso, por lo menos para el que escribe esto y cuando la vio.
            De todas formas creo que ahora no me disgustaría tanto ese aspecto porque con el paso del tiempo uno se vuelve más sentimental, casi como un niño. Tendría que verla de nuevo para saber con certeza lo que podría sentir.
           Pero es lo que hay: esta es una peli para todos los públicos con una especial atención hacia los más pequeños. Una película altamente recomendable y bastante bonita, con imágenes que pasarán a la historia, como la de los niños volando en bicicleta  por el cielo atravesando una enorme luna llena…

lunes, 21 de noviembre de 2011

Rey David/ Bruce Beresford/ Estados Unidos 1985



Pocos años antes de realizar su película más conocida, Paseando a Miss Daisy,  no tan mala ni aburrida como pudiera sospechar mucha gente (preferí verla para opinar con criterio y no prejuzgar algo que creí sería un peñazo, pero que al final no lo fue, ni mucho menos), el director Bruce Beresford hizo una película histórica que ni tan siquiera sale en algunas de las filmografías del director que hay en la red a pesar de ser protagonizada por una estrella del calibre de Richard Gere; y es que ésta es una de sus películas  menos conocidas, pero, para mi, una de las más destacables del actor, y digo una de ellas porque tiene una cuantas muy buenas, por lo menos para el que escribe esto.
Gere ya se había convertido en una estrella y muchos directores importantes comenzaban a rifárselo; el actor decidió hacer algo diferente a todo lo que había hecho antes, embarcándose en una película histórica de connotaciones bíblicas, la historia universalmente conocida del Rey David, de su victoria sobre el gigante Goliat, de su conflicto entre él, el elegido por Yahveh para heredar el trono de los israelitas, y Saúl, un rey ya casi anciano, violento y atormentado por no contar ya con el favor de Dios representado en la tierra por el profeta Samuel.


Los celos de Saúl hacia el que debía ser su hijo adoptivo provocarán una ira y odios intempestivos que llevarán al actual rey a intentar matar a David para sacarse el peso de encima de su creciente carisma y para demostrarle a todos, Dios incluido, que él no era el elegido como habían querido demostrar los profetas. David lo quiere, y cuando sabe de los planes del despótico Saúl, huye desconsolado por el cambio que se produce en el viejo rey. David tiene la ocasión de matarlo cuando lo persigue, pero el amor hacia él es más fuerte que el resentimiento por lo que le quiere hacer tan injustamente; su corazón es puro y es un hombre valiente que hará todo lo que sea por su pueblo; Dios se ha fijado en él y lo ha elegido a pesar de que otros, en principio, serían candidatos más idóneos. David siempre fue un pastor y nunca estuvo acostumbrado al manejo de las armas ni al arte de la guerra; era extraño que Yahvé se hubiera fijado en un chico que parecía tener pocas de las características que se necesitaban para convertirse en el nuevo rey de Israel.

Estamos en un mundo de guerras entre pueblos y conquistas épicas. Muchos hombres temen que David no pueda llevar a los suyos a la gloria de la victoria; creen (no como Saúl que lo hacía por envidia y el consiguiente odio) que la elección del profeta Samuel no ha sido la acertada y no saben a quien echarle la culpa; en esto influye el hecho de que Saúl lo haya repudiado y condenado. El pueblo prefiere pensar que el fallo pudiera ser más cosa de profetas que de Dios, así se sienten más protegidos. Pero ellos no caen en la cuenta de que lo primero que mira Yahvé es el interior, el corazón del hombre, y si el de David es el más puro, éste podrá llevar al pueblo hebreo al mejor destino.

Es por todo esto por lo que la película es histórica y de corte bíblico (antiguo testamento). La recreación de este mundo es vigorosa, terrenal tocando casi lo agreste  (los paisajes de tierra santa son desérticos y el clima es muy duro por el calor), indómita, hay momentos en los que parecieras estar en alguna de las escenas de Edipo Rey, de Pierre Paolo Pasolini, sobre todo en lo que toca a esa sobriedad y fuerza de las imágenes y en los paisajes acordes con ese realismo. La sencillez de sus propuestas de estilo es homogénea y por momentos creemos estar viendo un documental de un pueblo cualquiera de un país árabe y de algunas de sus costumbres.


En Rey David contemplamos también la renuncia de un padre hacia su hijo (muy amado también) por Dios; el corazón del hombre entra a veces en conflicto con la ley de Yahvé y a pesar de elegir la ley, David se atormenta al no entender que no se pueda hacer caso al corazón y sí a una ley cruel e injusta por muy divina que sea. Él fue elegido por su corazón puro y no sabe por qué no puede hacerle caso en ocasiones que tienen que ver con  lo que más le importa, en este caso su muy amado y primogénito hijo Absalom, condenado por incumplir la ley de Dios, pero injustamente castigado según su padre y rey de Israel.




Película histórica con ingredientes religiosos y batallas bastante elocuentes muy bien rodadas, al viejo estilo, muy clásicas, inconfundibles, con una puesta en escena muy efectiva y resuelta. No son demasiadas las batallas que aparecen, aunque sea cierto que dejan un regusto de que se ha disfrutado de lo que se ha visto y de que el ritmo y la intensidad están muy bien conseguidos.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Amanecer rojo/ John Milius/ Estados Unidos 1984




Sabía de qué iba y sin embargo me atreví con ella. Me dije: “tal vez tenga algo divertido con lo que quedarme y pueda merecer la pena de alguna manera”; pero nanainas. Fue una pérdida de tiempo, y en este caso no diré de dinero porque ni fue una película que viera en el cine ni la compré en dvd o blue ray, me la bajé directamente de mi maltrecho y envejecido emule, y digo envejecido no porque tenga muchos años sino por el duro trabajo al que está sometido, sin descanso y en continua producción para su insaciable dueño. Eso sí, mi cara de asombro duró toda la película.
Esto sólo se podría entender y tener su sentido si lo viésemos en la serie b, pero no en este cine comercial; lo irónico es que en Amanecer rojo las situaciones resultan más fantásticas que en cualquier película de género fantástico, aunque ésta fuese una producción de bajo presupuesto.




¿Y qué es lo que nos ofrece el producto? Pues la tragedia de la guerra, con su crueldad, y sentimentalismo, en este caso bastante barato y patrióticamente patético, como ocurría en tal sentido con la protagonizada por el simpático Will Smith en Independence day.
Tiene el espíritu de series de televisión tipo V en eso de la lucha por la libertad y la resistencia ante un enemigo fuerte que parece imponerse, o de películas como Están vivos (sólo que ésta, y a pesar de sus recortes presupuestarios, mucho más conseguida); lo que busca preferentemente es asombrar, e incluso impactar (véase la escena inicial de los paracaidistas en el colegio... demasiado efectista), como lo hacía el cine de Spielberg, con las evidentes diferencias en cuanto a equilibrio narrativo y buen hacer en general, aunque en el presente caso en vez de hacerlo con la mirada que pudiera tener un niño ante acontecimientos que resultarían impresionables para cualquiera, se hace con la mirada de un adolescente recién entrado en ese tramo vital en el que la tontería es una constante. El denominar a ese periodo de tiempo la edad del pavo tiene su justificación ;-P

El grupito de chicos que se echa al monte cual Curro Jiménez acompañado de sus correligionarios ante la presencia de los franchutes es una coña en sí misma, como la película en general. Y es que el asunto no resulta nada creíble, es más: es ridículo por tan descarada y absurda propuesta en la que los rusos (de aquellas todavía soviéticos), ayudados por cubanos, comunistas también ellos, y muy malvados, intentan invadir los Estados Unidos of América... pero, ¿Qué hay del país que se suponía más poderoso militarmente de la tierra? ¿No defienden? ¿Y su estructura militar? ¿No había espías que informasen del plan enemigo? ¿Dónde estaban? El desarrollo del guión es descabellado y la explicación que da el piloto de aviación militar que ayuda al grupo de jóvenes guerrilleros para intentar arreglar tal desaguisado de guión es una solemne estupidez, al igual que las respuestas que da ante todas las preguntas que surgen.
Poco más hay que contar porque tampoco merece la pena, sólo decir que en el epílogo se deja caer algún que otro mensaje antibelicista curiosamente formulado, y con cierto lirismo, por uno de los jefes militares comunistas cubanos que hace un adiós a las armas verdaderamente enternecedor :-P. 



 
Como única curiosidad que os traigo decir que en el reparto está Patrick Sawyce, C. Thomas Howell y Jennifer Grey … Los dos primeros ya habían trabajado juntos en la película Rebeldes, de Francis Ford Coppola; Sawyce lo haría  junto a Gray años después en el despiporre pseudoeróticodancante Dirty dancing.
Antes de irme quiero resaltar que se me hace difícil entender que un director como John Milius haya hecho algo tan entretenido, recomendable y lleno de aventura como Conan, el bárbaro y algo como Amanecer rojo que es tan diametralmente opuesto en cuanto a propuesta y resultados.

martes, 27 de septiembre de 2011

El resplandor/ Stanley Kubrick/ Estados Unidos 1980


 
       Es bastante conocido el hecho de que Stanley Kubrick se embarcó en el proyecto de hacer El resplandor (1980) por el tropiezo en taquilla que supuso su película de época realizada cinco años antes Barry Lyndon. Parece ser que el director necesitaba un éxito comercial a cualquier precio, y para ello contó con la adaptación de la novela de un aún joven escritor llamado Stephen King. Kubrick no había leído nada del escritor, pero sí había visto otra película que había adaptado una de sus novelas, Carrie; creía que el tipo de historias que contaba Stephen King podían encajar perfectamente en la idea que tenía de lo que podía ser una película de terror que funcionase, sobre todo en el aspecto comercial. Los cambios que tuviera que hacer Kubrick en la realización para que el film mereciese la pena los haría; la novela sería una base sobre la que sustentar ese edificio planeado en el que el clímax sería en sí mismo un espectáculo, un espectáculo terrorífico.


Siguiendo con Stephen King decir que en la novela y en la misma película hay referencias a la vida del novelista como cuando Jack dice: “Podría volver como un auténtico escritor y conquistar Boulder!”, pues Boulder es la localidad donde se le ocurrió a King escribir la novela; también hay datos autobiográficos como el hecho de que Jack padezca insomnio y aproveche para escribir de noche. Es también destacable el hecho de que Jack sea alcohólico en otro paralelismo con Stephen King en una época en la que bebía.

            Hay quien dice que esta es de las películas más comerciales de su director. Si tenemos en cuenta la recaudación que hizo en los cines de todo el mundo así es, además de  considerar el género de terror como uno de los más populares a la hora de llevar gente a las salas de proyección, pero hasta ahí. El resplandor no es vulgar, ni insustancial o mediocre, ni una película descafeinada o con clichés del género (bueno, puede que alguno, pero muy bien adaptado a las situaciones desesperantes que se viven con el estómago encogido); tampoco está facturada de tal forma que parezca sacada de una cadena de producción en serie, algo que normalmente va unido a repetición, a poca emoción o, de haberla, de muy baja intensidad; El resplandor es casi casi una obra maestra, siendo el término incompatible con el de comercial como yo lo quiero entender porque no sólo en lo comercial va unida una buena taquilla sino un tipo de película que no aporta demasiado a lo que tiene que ver con el arte ni los valores que pueda aportar en ese campo.


 

          El rodaje fue de pesadilla debido al tortuoso carácter del director, tanto es así que mandó repetir más de cien veces la famosa  escena en la que Nicholson dice: “Aquí está Jack”. Algo parecido ocurrió cuando Tom Cruise hizo  Eyes wide shut y tuvo que tragarse bilis hasta límites insospechados, casi hasta abandonar el rodaje,  para la estrella que era por entonces el actor de perenne y encantadora sonrisa (posiblemente su marca física de mayor atractivo para la mayoría de la gente).
¿Tendría algo que ver con el rodaje el que Danny Lloyd sólo hiciese una película más después de El resplandor y que no quisiese ni discutir el participar en otra producción de cine? El perfeccionismo obsesivo de Kubrick podía ir en su contra a la hora de relacionarse con los actores y demás miembros del equipo creando un clima agradable y cómodo, pero le hacía sacar de la manga genialidades tan ocurrentes como los dobles sentidos de las palabras, como REDRUM que tiene el significado de asesinato escrito al revés (MURDER) y el de cuarto rojo (RED ROOM) al hacer referencia al cuarto de baño donde hablan Jack y Grady, anterior cuidador del hotel y asesino de toda su familia.


El resplandor habla de un escritor que quiere triunfar y de una mujer, la suya, que le “corta las alas” con la mejor de sus intenciones. Creo que Jack vive en una especie de ilusión permanente por alcanzar un éxito que no parece poder conseguir, el que le darían sus novelas, las que quiere hacer, esa es su mayor aspiración, pero Wendy no parece estar del todo convencida. Su esposa le da toda la prioridad a la seguridad familiar y trata de agarrarse a los trabajos que va consiguiendo su marido para seguir adelante. Su apoyo a Jack con relación al proyecto de convertirse en escritor es un apoyo descreído, tibio, sin esa fuerza suficiente que necesitaría el escritor para intentarlo con más determinación; su inmadurez y fragilidad de carácter no ayudarán a Jack Torrance; hay en todo esto un conflicto en la pareja protagonista, sobre todo por parte de un Jack que guarda el germen del resentimiento, algo que no será la causa principal de lo que acontezca después, pero sí ayudará a impulsarla en la frontera del cambio y cuando él todavía mantiene un cierto equilibrio mental.

         El trabajo que le ofrecen en el Hotel Overlook durante el invierno, en donde tienen que hacer tareas de mantenimiento, será una buena oportunidad para que Jack pueda escribir e intentar sacar provecho de todo el tiempo libre y las ¿condiciones propicias? Tiene trabajo durante una temporada en la que podrá escribir, con que todos contentos…

         El clímax de la película va in crescendo de manera mantenida y sin desfallecimientos y la sensación de claustrofobia e intranquilidad se acrecientan según se suceden las escenas. La música de Wendy Carlos (curioso, se llama igual que la protagonista) impresiona por una pureza que nos asoma al terror desde la electrónica. El entorno es muy adecuado para producir sensaciones de desamparo y la evolución en el comportamiento del protagonista será un añadido vital para aterrorizarnos. Mete más miedo Jack Torrance jugando con su pelota contra la pared del salón del hotel donde escribe que cualquier hombre lobo, psicópata asesino en serie o zombie que se tercien en competir con el “Gran Jack”.
       Hasta que llega un punto en el que comienzan a pasar cosas muy extrañas. En el hotel se ha quedado alguien, o si no es así, eso es lo que parece. La duda que se nos crea, además de a nosotros, estupefactos espectadores, a la misma Wendy, atañe a si es Jack el que se está trastornando y comienza a ejercer cierta violencia sobre el hijo o es alguien ajeno a la familia (incluso podría ser el mismo hijo de la pareja, Danny, el que se autoinflingiera una lesión). Porque no sabemos muy bien con qué quedarnos, si con la aparente locura que está trastornando a Jack o todo lo que tiene que ver con un hotel que parece estar encantado (se descubrirá también que el hotel está hecho sobre un antiguo cementerio indio… ¿venganza de Espíritus indios antepasados por alterar la paz que suponían indefinida e inquebrantable?) Todo esto se unirá a los poderes que tiene no sólo Danny, por los que puede ver lo que pasará en el futuro y cosas que han sucedido en el pasado (de ahí el título de la película: un resplandor como imagen del pasado o del futuro, algo que podría ser una premonición), sino de uno de los empleados del hotel, Dick Hallorann, que habla con el chico poco antes de abandonar el hotel con toda la troupe y que le pone al corriente de lo que siente el niño y de algunos de los misterios que guarda el hotel Hoverlook (“Cuidado con la habitación 237”).




          El resplandor es una película llena de amenazas, unas imaginarias y otras muy reales (o eso es lo que parece). Una de ellas sería la que para Jack supone su mujer Wendy, una relación que para el escritor es coercitiva, una castración de sus deseos, de sus posibilidades como individuo, de su valor y el que cree que tiene como escritor; esta amenaza está seguramente acrecentada en su cabeza y no debiera ser un impedimento para desarrollarse como escritor y como persona, incluso laboralmente hablando y sin contar con esa afición con la que querría vivir; sin embargo sí creo que existe ese algo de “cortar las alas” dulcemente, como ya he comentado antes, aunque a ella ya desde el principio se le haya puesto la etiqueta de buena y esa etiqueta brille aún más y se acreciente por la reacción desmedida y peligrosa del “pobre Jack”.
         Otra amenaza sería la que su hijo Danny representaría para él cuando descubre todo lo listo que es y los poderes que tiene, algo que podría destruirlo y que no está dispuesto a consentir. Esta sí que podría ser una amenaza real y a considerar, pero se le puede llamar una amenaza positiva ya que el niño es inocente de lo que está ocurriendo y sólo quiere salvarse a sí mismo y a su aterrorizada madre.

Spoiler (No leer el Spoiler en color azul para no descubrir partes de la película)
         De hecho, al final, esa amenaza del hijo se convierte en la ruina para Jack Torrance. Su hijo gana el duelo no deseado por él ni por su padre de no haber perdido la cabeza, o de no haber intervenido los espíritus del Hotel Overlook en su transformación. / Fin Spoiler (Ya se puede seguir leyendo sin problema)




        Y finalmente nos encontraríamos con la amenaza más distinguible y que lleva el  peso de la historia, la que produce Jack Torrance y su torbellino de violencia sanguinaria. El personaje nos va sobrecogiendo en su transformación. Jack es un verdadero lobo con un demonio metido en el cuerpo. Su fuerza y su trastorno lo convertirán en la peor y más cruel pesadilla para su, en apariencia, vulnerable familia. Nadie como Jack Nicholson podía haber interpretado un personaje de esa tipología. Su fama del mejor actor interpretando tíos desequilibrados (Klaus Kinski sería otro buen elemento haciendo de loco) la cimentó sobre todo con esta enorme película de Stanley Kubrick. Sus expresiones faciales son extraordinarias y tremendamente creíbles: su mirada alucinada y fija, su sonrisa fácil y marcada por una emoción de inestabilidad, sus movimientos espasmódicos y de una energía inusitada, su forma de hablar, a veces incluso babeando y con los ojos desorbitados, sus burlas maquiavélicas…por demasiadas cosas que el bueno de Jack sabe utilizar igual de bien que su hacha un gran guerrero vikingo.
        Color y luz para una película de este género. ¿Dónde quedó la oscuridad de las clásicas películas de terror? ¿Y los sustos a los que nos tienen acostumbrados? Porque aquí a penas los hay, ni falta que hace, ni tampoco giros sorprendentes que nos dejen descolocados. Se sabe lo que ocurrirá más o menos, en eso es previsible, pero eso lejos de ser un fallo es un mérito porque conociendo por donde pueden ir los acontecimientos nos mantenemos alerta y expectantes; eso sucede no sólo por los matices que le dan más cuerpo al guión y nos distraen de una especie de obsesión que puede resultar densa y demasiado agobiante, sino por la forma de presentárnosla el maestro Kubrick. Aquí hay una evolución que conduce al horror de una forma desquiciada y desasosegante. La atmósfera lo inunda todo con su hermetismo y la locura de un personaje maldito que actúa movido por fuerzas incontenibles, las de fuera (fantasmas) o las de su mente inestable. En definitiva: un terror con un clímax como pocas veces se ha conseguido antes en una película de un género que pretende alterarnos de arriba abajo y producir sudores fríos… una película para el recuerdo, se quiera recordar o no, porque difícil es olvidar a Jack Torrance con ese hacha en alto y su sonrisa de demonio burlesco e inmisericorde.

viernes, 26 de agosto de 2011

Silverado/ Lawrence Kasdan/ Estados Unidos 1985


Cuando este género estaba en desuso, Lawrence Kadan se decidió a hacer una a la vieja usanza, bastante clásica, con muchas de las demostraciones vigorosas que siempre se habían utilizado en este tipo de películas,  en donde se encuentra aventura, riesgo (ahí están los siempre tensos duelos), camaradería y amistad, grandes espacios, hombres fuera de la ley y sheriffs corruptos que hacen lo que quieren en un pueblo que está a su merced, conflicto y enfrentamiento entre buenos y malos, aquí con alguna ambigüedad hasta bien entrada la película, no tan magistralmente matizada ni con el mismo grado de intensidad que en Sin perdón, de Clint Eastwood, pero en la que un Kevin Kline reflexivo parece moverse entre la amistad de sus nuevos amigos, a los que considera hombres nobles y con principios similares a los suyos, y la lealtad incómoda hacia su antiguo socio (más bien por un deber irracional por ser alguien conocido con el que compartió momentos importantes que por verdadera amistad) que ahora es sheriff del pueblo en el que se comporta como un verdadero hijo de mala madre (por usar la palabra más suave), un hombre que usa su placa para beneficiarse de todo un pueblo al que tiene subyugado.
Cuando Kline se decide a ayudar a los buenos la guerra está servida y la acción se mantiene con un ritmo que no desfallece; el dinamismo del guión y su complejidad, sin que resulte complicado ya que se pilla todo lo que ocurre con una facilidad que es encomiable y que no necesita ningún tipo de explicación extra que rompa dicho ritmo, hacen que no nos aburramos y que esperemos impacientes cómo se van a suceder todos los frentes abiertos, contados de una manera sencilla y elegante y que más tarde se cerrarán adecuadamente con una brillantez digna de un excelente realizador, como lo es Lawrence Kasdan.
Resumiendo: magnífico western que no desmerece en absoluto los más clásicos y recordados del género que se hicieron 30 o 40 años antes, a excepción de los grandes westerns. Se puede decir que con Silverado hay una revitalización del género del oeste muchos años después de haberse visto los clásicos del género, revitalización que se dio, pero de otra forma, con el spaghetti de los 70 y que Clint Eastwood llevó hasta el escalón más elevado con El jinete pálido y más tarde con un todavía nuevo impulso llevado a cabo con la sin igual Unforgiven.